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COLUMNAS

Abuso, violencia y feminismo político

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Existen tantas variantes de feminismo, así como sus aplicaciones al arte contemporáneo, el activismo y las demandas sociales, que para cualquier lector/a interesado/a por comprender este movimiento estético y político puede resultar muy dificultoso. No cabe duda, sin embargo, que bajo el rótulo de feminismo se mienta un movimiento que goza de muy buena salud. No solo por los llamados en redes sociales a nivel mundial a denunciar el abuso y la violencia que padecen las mujeres, sino, además, por la capacidad de movilizar la opinión pública, la que, a nivel local, observamos se polariza, posicionándola a favor o en contra de sus métodos de protesta.

En efecto, hoy no existe ninguna autoridad ni grupo que no esté bajo el escrutinio de la mirada feminista. Los medios de comunicación, los partidos políticos y las universidades, entre otras, son instituciones en las que se ha denunciado una cultura de abuso, de la cual, cualquier hombre debiera estar al tanto, sin hacer un mayor esfuerzo que mirar a su alrededor o hacer un poco de memoria.

Sin embargo, cabe hacer algunas precisiones si se desea no caer en un maniqueísmo que puede ser poco fructífero, no solo para las legítimas demandas de las mujeres, sino; además, para la convivencia en una sociedad abierta y democrática.

Por lo mismo, sin ahondar en una revisión literaria, a mi juicio, es posible identificar aspectos típicos de la teoría política y la psicología moral que están a la base de lo que denominaría un feminismo político, un núcleo irreductible dentro de un movimiento que tiene antecedentes históricos en las primeras demandas, por igualdad en derechos legales y civiles. No olvidemos que hace no poco andar de nuestra civilización occidental, el estatuto político de la mujer era de total inferioridad, siendo un bien que era transado bajo la institución del matrimonio, y no gozaba de ninguna de las libertades civiles que hoy nos parecen normales (Cfr. Los derechos civiles de la mujer, Matilde Brandau G). No olvidemos tampoco que en varios lugares del mundo, con el cual nuestro país tiene relaciones comerciales y políticas, eso sigue ocurriendo.

A mi juicio, detrás de las demandas contra el abuso y la violencia subyace la búsqueda de reconocimiento de derechos de propiedad y consentimiento, en el marco de interacción social que implican las relaciones afectivas, laborales, en los estudios, etcétera. ¿Somos dueño/as de nuestro propio cuerpo? ¿Cuáles son los límites de dicha propiedad? Además, ¿es legítimo que sobre dicho cuerpo no pueda consentir un trato indigno? ¿Cuándo estamos en presencia de acoso?

Un punto que cabe reconocer en la discusión, reside en lo que quedó en evidencia en el juicio de España a “La Manada”. Un evidente caso de violación es interpretado por jueces como un delito menor, abuso sexual, bajando así la pena en virtud del nominalismo jurídico. Es decir, existe una cultura dominante de desprecio al género femenino. Si esta cultura nos remonta a expresiones primitivas de “patriarcado” es una respuesta que debiera dar la antropología, el que, no obstante, deben las feministas aclarar en sus alcances sociológicos, sin caer en un universalismo ingenuo.

En efecto, respecto del acoso, para muchos hombres resulta casi anecdótico que a diario no puedas caminar tranquila por la calle; salir de noche sin miedo, o el irrespeto en las relaciones laborales y muchos otro ejemplos, que se expresan en el humor machista que rebaja a la mujer, naturalizando un desprecio que es tan ordinario como corriente. En este sentido, yerran quienes quieren equiparar un rasgo cultural como el machismo, con una corriente de pensamiento, como el feminismo (vgr. Jocelyn Holt)

Por lo mismo, que sus demandas son tan legítimas, que es hora de atender a las causas políticas que nos han llevado a un movimiento que está lejos de detenerse. Un espacio clave es el trabajo doméstico, la familia y la reproducción, cuya responsabilidad material cae mayoritariamente en las mujeres afectando el valor de su trabajo en el mercado, su riesgo en salud, y, principalmente, su libertad de decidir. No es de extrañar que el último Censo muestre la caída de la maternidad entre mujeres de 25 a 29 años. Y las causas están en la claridad de los derechos de propiedad que tiene una mujer sobre su propio cuerpo y el valor del trabajo doméstico consentido y paritario, como en el reconocimiento que la base de todo acuerdo, informal o contractual, está justamente en el consentimiento libre y simétrico. En este sentido, no cabe la menor duda que los hombres han gozado y muchas veces abusado de sus privilegios.

Este punto es de mayor importancia, ya que el consentimiento es una disposición psicológica muy vulnerable, y que en menores es la instancia, para el abuso, por ejemplo, de estupro. Hoy en escuelas, incluso emblemáticas, se encubren relaciones entre profesores y alumnas, las cuales en algunos casos derivan incluso en embarazo adolescente; y es precisamente esta cultura de encubrimiento a la cual apela el feminismo con encono.

Solo sobre esta base, será posible distinguir entre soluciones liberales y autoritarias a la regulación de la interacción humana, donde otro llamado de alerta está en la hipersexualidad de los jóvenes, en el cual el acoso y la violencia se expanden más allá del paradigma heterosexual. Mal que mal, el acoso y la violencia es un fenómeno extendido a todo nivel social, más allá de las relaciones de género, el cual es la forma en que se expresa una relación asimétrica no consentida (involuntaria respecto de la víctima), en la cual el victimario viola los derechos de propiedad que tiene la víctima sobre su propio cuerpo y trabajo. Derechos que muchas veces no están claramente definidos.

Escrito por: José Garrido

Docente Facultad de Gobierno

 

Universidad del Desarrollo
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COLUMNAS

Por una cultura laboral segura y saludable

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Consejo Editorial Conadi

Hace ya 21 años que el 28 de abril se marca en nuestros calendarios como el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Esta fecha no solo nos recuerda la importancia vital de promover entornos laborales seguros, saludables y dignos, sino que también nos invita a rendir homenaje a todas aquellas personas que han sido víctimas de accidentes laborales y enfermedades profesionales.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) como una disciplina dedicada a prevenir lesiones y enfermedades laborales, así como a proteger y promover la salud de los trabajadores.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, las cifras son alarmantes: Según análisis de la OIT casi 3 millones de personas mueren por accidentes y enfermedades relacionadas con el trabajo; además, calcula que 395 millones de trabajadores en todo el mundo sufrieron lesiones laborales no mortales; entre estos, un porcentaje significativo termina con alguna discapacidad.

A pesar de los esfuerzos, las cifras son alarmantes.

Según el Banco Mundial, aproximadamente el 15 por ciento de la población mundial vive con algún tipo de discapacidad.

Además de los riesgos físicos, también debemos considerar los desafíos relacionados con la salud mental en el ámbito laboral.

La ansiedad, el estrés y otros problemas de salud mental no solo afectan al individuo, sino que también impactan negativamente en la productividad empresarial.

En Guatemala, el Ministerio de Trabajo y Previsión Social (Mintrab) y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) tienen a su cargo, en forma coordinada, el control y vigilancia de la salud y seguridad; esto, para garantizar entornos laborales seguros y saludables.

Según el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), en nuestro país se registran 200 accidentes laborales diarios, siendo los sectores más peligrosos la agricultura, los servicios y la industria.

El Consejo Nacional para la Atención de las Personas con Discapacidad hace el llamado para que las empresas asuman su responsabilidad y prioricen la seguridad de sus trabajadores.

Invertir en la prevención de accidentes laborales y en la inclusión de personas con discapacidad en el lugar de trabajo no solo mejora la moral y la productividad, sino también fomenta la diversidad en la fuerza laboral. Además, es crucial garantizar el cumplimiento de las leyes y regulaciones que protegen a los trabajadores en la prevención de accidentes laborales en nuestro país.

En este Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, hagamos un compromiso conjunto para crear una cultura laboral donde la seguridad y la salud de los trabajadores sean prioridades indiscutibles. Juntos, podemos construir un futuro laboral más seguro, saludable y equitativo para todos.

Colaborador DCA
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COLUMNAS

Zolic, el rediseño de una marca de 51 años

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Ing. Byron Gaitán, Gerente General Zolic

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Con más de medio siglo de trayectoria la Zona Libre de Industria y Comercio Santo Tomás de Castilla (Zolic), ha experimentado una evolución sólida en la consecución de sus objetivos.

En la etapa más reciente, el compromiso de su Junta Directiva, Gerencia y Sub-Gerencia ha sido fundamental para impulsar estratégicamente la atracción de nuevas inversiones y el crecimiento económico del país. 

La institución ha sido un pilar en la historia de Guatemala, contribuyendo al desarrollo del empleo y la economía nacional. Es así como desde 2021, se estableció una estrategia de reposicionamiento de marca, destacando entre sus acciones el rediseño del logotipo, que otorga un espacio para la innovación y la evolución de la institución desde su imagen visual.

La esencia y el propósito primordial de Zolic desde su fundación en 1973 han sido la promoción de la inversión nacional y extranjera para impulsar el desarrollo, la productividad y el empleo, en línea con su Ley Constitutiva el Decreto 22-73 del Congreso de la República y sus reformas posteriores en el Decreto 30-2008.

El logotipo anterior fue utilizado como sello distintivo de la institución desde el 2012.

La historia de la institución se entrelaza con la identidad arraigada de la Zona Libre de Industria y Comercio “Santo Tomás de Castilla”, conocida generalmente como Zolic por usuarios, público en general y trabajadores, quienes han sido testigos de su evolución a lo largo de los años.

Desde sus inicios, situada junto al principal puerto en el Atlántico guatemalteco, en Puerto Barrios, Izabal; los primeros logotipos de Zolic evocaban el sol, el mar e incluso una gaviota, reflejando su ubicación privilegiada y buscando hacer referencia de su conexión con el comercio
marítimo.

Sin embargo, en la historia de Zolic su Ley Orgánica ha tenido varias reformas, siendo una de las más significativas la de 2008. Con la cual la institución se ampliaría en capacidades, convirtiéndose en la fuerza impulsora detrás de lo que ahora conocemos como Zonas de Desarrollo Económico Especiales Públicas (ZDEEP), autorizando y habilitando nuevas Zonas Libres para el crecimiento económico, en todas las regiones del país.

El logotipo anterior fue utilizado como sello distintivo de la institución desde 2012, y si bien era reconocible por su nombre solo aprovechaba un 7 por ciento el potencial de la marca, en el nuevo rediseño Zolic ocupa el lugar central y dominante representando el 100 por ciento de la composición gráfica.

Esta decisión refuerza el posicionamiento de la marca y la hace más memorable para el público, la marca tiene colores corporativos que reflejan confianza y estabilidad y aseguran una consistencia visual, con tipografías legibles y modernas que reflejan profesionalidad y seriedad.

Hoy, el logotipo de Zolic, tiene un diseño conformado por un rectángulo vertical en color azul oscuro con cortes ondulares; en la parte inferior, en medio esta la palabra Zolic en letras especiales en color azul oscuro, sobre la palabra Zolic, figura una línea ondulada en color celeste con un punto rojo y debajo de la palabra Zolic, se encuentran las palabras zona libre de industria y comercio en letras especiales en color azul oscuro subrayado con línea en color rojo. Abajo del subrayado rojo se encuentran las palabras Santo Tomás de Castilla en letras especiales en color gris claro.

El nuevo diseño de marca de Zolic se da en un tiempo importante de cambio en su historia, consolidando su posición en el mercado guatemalteco y preparando a la institución para enfrentar los desafíos del comercio internacional y el nearshoring.

Con un logotipo limpio y claro, colores corporativos distintivos y tipografías cuidadosamente seleccionadas, Zolic se posiciona como el líder en su sector, rigiendo la autorización y habilitación de las Zonas de Desarrollo Económico Especiales Públicas (ZDEEP), lo que se traduce en contribución a la reactivación económica y social de un nuevo país para todos.  

Colaborador DCA
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COLUMNAS

¿Woke qué, woke quién?

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Miriam Jerade

Profesora Asistente Facultad de Artes Liberales

Lo tragicómico del libro de Susan Neiman, La izquierda no es Woke es que si bien su autora afirma haberlo escrito para salvar a la izquierda, solo le habla a los prejuicios del ala reaccionaria y conservadora.

En el libro, Susan Neiman sostiene que la izquierda intercambió la igualdad social por la reivindicación identitaria. Neiman jamás define woke.

El término que se originó en la comunidad afroamericana para estar atentos, ha degenerado en un insulto.

Políticos conservadores como Ron DeSantis lo usan contra el activismo medioambiental, derechos sexuales o ser vegano; posiciones escasamente comparables en su valoración social o poder. Tampoco es claro el referente: ¿woke quién? ¿Se refiere a su vecina que le pidió llamarla con otro pronombre o a todas las luchas contra el sexismo?

¿Qué se le achaca a la izquierda (si es que existe la izquierda)? Que perdió su vocación universalista que buscaba la igualdad.

Es falso que la izquierda abandonó las luchas por la igualdad social.

Es cierto que habiendo conquistado una mayor igualdad formal, cierta izquierda ha señalado injusticias estructurales que algunos grupos sociales padecen.

Esto que la autora interpreta como pura victimización es una lucha por la justicia de aquellos que tienden a ser aún más explotados o marginados en el mundo laboral, tienen menos capacidad de decisión o padecen violencias sistemáticas.

Cuando los conservadores contraponen al lema Black Lives Matter una fórmula universalista como All Lives Matter, están caricaturizando la demanda y lo hacen con una ignorancia porfiada que desconoce que es más probable recibir violencia policial cuando se es negro en los Estados Unidos.

Extrañamente, grupos conservadores los defensores de la familia tradicional, por ejemplo; rara vez se tildan como identitarios.

Otra confusión que alimenta el libro es que las identidades son tratadas como intereses, o peor aún, sensibilidades. Indígena u homosexual no describirían nada más que distintos grupos de interés (parciales, además).

De ahí que según ella la izquierda dejó el universalismo ilustrado por intereses particularistas escépticos del progreso. Como si no hubiese progreso moral en el combate al racismo o al sexismo y en la conquista de derechos.

La idea de que la izquierda abandonó la redistribución por el reconocimiento ha sido muy discutida. A nuestro parecer, se trata de una falsa dicotomía, pues la distribución material está estrechamente relacionada con el reconocimiento. 

                  Continuará… 

Colaborador DCA
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