Dr. Jorge Antonio Ortega G.
El Estado de Guatemala nuevamente entra en conflicto debido a la sed de poder del general Francisco Morazán y su decisión de la destrucción del liderazgo de los guatemaltecos en el Istmo Centroamericano. Las condiciones en la escalada del conflicto se fueron dando y los líderes políticos iniciaron la preparación psicológica de la población a través de mensajes, proclamas, bandos y publicaciones.
El jefe del Estado, doctor Mario Rivera Paz, lanzó una proclama que integra la preparación para la guerra:
“Habiendo sido invadido alevemente el Estado por las fuerzas del General Morazán, para su defensa decreta: Todo hombre desde la edad de 14 años a 50, se presentará en el término de seis horas a tomar las armas en la casa municipal (…) todo el que, pasado el término señalado en este decreto no se presentare, será considerado como sospechoso y aprehendido como tal. Se declara la ciudad en estado de sitio. El comandante General queda encargado de la ejecución de este decreto. Guatemala, 16 de marzo de 1840.”
El mismo jefe del Estado refuerza los conceptos anteriores mediante el manifiesto siguiente:
“Guatemaltecos, en la ceguedad y el delirio de la desesperación, el enemigo antiguo de Guatemala ha tenido la temeridad de invadir al Estado; y se dirige a la capital. Ya sabéis, valientes guatemaltecos, todo lo que nos interesa defender: la Santa religión y un gobierno de equidad y justicia cual deseaban los pueblos y heroicamente acaban de establecer. ¡A las armas, guatemaltecos! El esforzado General Carrera dirige las operaciones. Yo confío en su pericia y en el valor que os es común. El triunfo será cierto con el favor de Dios que visiblemente nos protege. Guatemala, marzo 16 de 1840. Mariano Rivera Paz.”
”… el enemigo antiguo de Guatemala ha tenido la temeridad de invadir al Estado, y se dirige a la
capital.“
La preparación física de la capital era un hecho debido a las informaciones de la penetración del invasor en el territorio nacional. El responsable de determinar los puntos a cubrir fue el general Vicente Cruz, el cual optó por los campanarios y no presentar batalla, sino solo escaramuzas para desgastar al enemigo y fingir una retirada.
Los capitalinos fueron evacuados hacia la finca El Aceituno, donde hoy se encuentra la Brigada Mariscal Zavala, dejando puertas abiertas, comida en los fogones, pólvora, municiones y unas armas, aparentando un abandono apresurado de la ciudad capital. Las fuerzas invasoras tomaron la plaza de armas sin mayor obstáculo, y Morazán se coronó con la victoria, sin tener en cuenta que fue engañado por el general Rafael Carrera, el cual pasó a sitiar a la fuerza enemiga y tomar por sorpresa su Almacén de Guerra, que se encontraba en el edificio del Hospital San Juan de
Dios.
Las condiciones cambiaron, el general Morazán se encontraba sin su tren de abastecimiento y sin reservas, mientras que las tropas de Guatemala contaban con el flujo logístico sin obstrucciones y las reservas de combatientes llegaban de los municipios periféricos de la ciudad capital. Los combates se prolongaron hasta el anochecer.
El general de los invasores trató de romper el cerco, lo cual le fue imposible en la primera oportunidad. A las tres de la madrugada, en un giro de desesperación y a caballo, logró salir con una escolta por el Guarda del Incienso gritando “¡Viva Carrera!”.
Con la victoria alcanzada por el general Carrera, Guatemala se había salvado. En la Plaza de Armas quedaron, entre muertos, heridos y prisioneros, más de 400 hombres, y a lo largo de la calle por donde huyeron se encontraron alrededor de 100 muertos y heridos, quedando prisioneras las vivanderas salvadoreñas que acompañaron a la tropa.
El general Rafael Carrera se apersonó para verificar la sepultura de los fallecidos y atención de los heridos.
