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Revista Viernes

12 años de dar a conocer la historiade la imprenta nacional

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Con una exposición, el Museo de la Tipografía Nacional celebra su aniversario

Con la finalidad de proteger y resguardar la maquinaria, equipos, tipos, linotipos y demás, se publicó el Acuerdo Ministerial 21-2000, que autorizó la creación del Museo de la Tipografía Nacional; sin embargo, no entró en funciones hasta 12 años después, el 14 de enero de 2012. Y en este año, celebra su decimosegundo aniversario de cumplir la labor de difundir la historia de la imprenta en Guatemala.


Dentro de sus objetivos están “el ser un ente cultural que deberá dar a conocer al público guatemalteco y extranjero la historia de la Tipografía Nacional desde el 7 de enero de 1894, fecha de su fundación, hasta el presente; apoyar la divulgación de la historia, cultura y arte guatemalteco; la exhibición de piezas y muestras que forman parte del patrimonio cultural tipográfico de la Nación”, comparte la dirección del museo.


La sede


El edificio de la Tipografía Nacional se ubica en la 18 calle 6-72, zona 1, y forma parte del inventario de los edificios que conforman el Centro Histórico de la ciudad de Guatemala, clasificado como edificio tipo “A”, según Acuerdo Ministerial Número 328-98, el que fue inaugurado en 1943.


La muestra


Los asistentes podrán apreciar diversa cantidad de máquinas del siglo XIX en adelante, linotipos, tipos, prensas manuales, fundidores de lingotes de plomo, engrapadoras, cosedoras, utensilios variados y armarios que eran los originales que resguardaban todos los materiales. Cámaras, fotografías, computadoras, máquinas de escribir, cajas de seguridad, grabados y fotograbados. Todo con una cédula informativa para que las personas puedan entender fácilmente qué es lo que observan.


La celebración


Para compartir con el público su aniversario, el pasado 10 de septiembre se inauguró la exposición Tinta, papel e historia, que muestra los grabados y fotograbados con los que cuenta la institución.


Al evento asistieron las autoridades del Diario de Centro América y Tipografía Nacional. “El grabado y el fotograbado han sido pilares fundamentales en la evolución de las artes gráficas y esta exposición reúne una selección de obras que destacan, no solo por su maestría técnica, sino por su capacidad de capturar la esencia del tiempo y de la historia misma. Cada pieza aquí expuesta nos invita a viajar en el tiempo a descubrir la interacción entre tinta y papel”, expresaron durante la presentación.


El propósito de la muestra es “ofrecer una aproximación a la generación del sistema de impresión a presión de grabados y fotograbados que conforman parte del patrimonio cultural e histórico de la Tipografía Nacional y del país, y que narran parte de la identidad nacional aportando al fomento del fervor cívico en el marco de la Independencia Patria”, comparte personal del museo.


La directora del museo, Thelma Mayén, comentó: “Esta técnica permite preservar y exponer obras gráficas con un nivel de detalle y calidad que resaltan la dedicación y el talento del personal de la Tipografía Nacional, que ha jugado un papel fundamental en la historia gráfica del país. De igual manera, despertar el interés en las jóvenes generaciones por investigar más sobre el desarrollo de las Artes Gráficas en el país.”


Por su parte el director general del Diario de Centro América y Tipografía Nacional, Carlos Morales Monzón, expresó que “para conocer el presente, hay que conocer el pasado; solo de esa manera podemos construir un mejor futuro”, al mismo tiempo que invitó a llegar a la exhibición. Agregó que “la cultura no es más que el resultado del conocimiento que se transmite de generación en generación, y eso es precisamente lo que hace este tipo de eventos”.


Si desea visitarla, estará habilitada hasta el 30 de septiembre en horario de 9:00 a 15:00. El ingreso no tiene costo. Puede solicitar una visita guiada por medio del correo [email protected] o comunicarse al PBX: 1590, extensión 632. Si desea seguirlos en Facebook búsquelos como Museo de la Tipografía Nacional de Guatemala.

Katheryn Ibarra Fotógrafo: Cecilia Vicente
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Monja Blanca,ícono de belleza y pureza

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La flor nacional aún es conservada y estudiada para reproducirla e insertarla en su hábitat

Ilustración: Sergio Espada

Guatemala está rodeada de riqueza cultural y también natural y entre su diversidad ancestral se encuentra la Monja Blanca, con forma taxonómica que perdió su pigmentación rosada (o morada) y solo conserva la amarilla en el centro del labelo, por lo que técnicamente los especialistas la clasifican semialbina en su especie.


Aunque su descubrimiento para la ciencia ocurrió a mediados del siglo XIX, es una planta que ha sido utilizada por la cultura maya y asociada a rituales durante cientos de años. Los mayas la descubrieron en las tierras altas de la Verapaz, antes de la conquista española, una de las ideas de su nombre es que la llamaban Saqi ixq, que significa mujer blanca o hembra blanca, por la apariencia que tiene la columna reproductiva.


Con la llegada de los españoles a la región, el nombre cambió al que posee actualmente, ya que ellos indicaban que parecía una monja en posición de oración.


“Los pobladores Q’eqchi’ la han utilizado en rituales o como ornamento de sus jardínes, en la época colonial para adornar algunas ermitas, dándole a la planta una gran importancia y colocándola entre su grupo de plantas sagradas”, explicó Fredy Archila, botanista guatemalteco.


La orquídea por excelencia ha circulado en Guatemala en las monedas de 50 centavos y fue declarada Flor Nacional el 11 de febrero de 1934, durante el gobierno del general Jorge Ubico, es considerada uno de los símbolos patrios. Su nombre científico es Lycaste virginalis forma alba (Dombrain), pertenece a la familia de Orchidaceae (orquídeas). Conserva características especiales brindadas por los bosques húmedos de las Verapaces, pero ha sufrido amenazas como la destrucción de su hábitat y por el saqueo sistemático cuando la extraen ilegalmente. Esta situación se ha considerado como las causas de la desaparición de la especie, por lo que desde hace aproximadamente dos décadas no se encuentra en su entorno.


Iniciativas para su conservación


Se prohibió la recolección y exportación de esta especie para promover su preservación, que fue en 1946, en el gobierno de Juan José Arévalo. En la actualidad hay un centro de rescate denominado Estación Experimental de Orquídeas de la familia Archila que se encarga de estudiar los especímenes. Introdujo  400  monjas blancas en el 2017 a los bosques de Guatemala e insertó 300 más al año siguiente. 


Asimismo, el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), por medio del Fondo Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Fonacon) en 2014, buscó generar conocimiento y reproducir ejemplares para que fueran reintroducidas a su hábitat natural. Realizaron un estudio y acciones estratégicas para su rescate y conservación.
Con información de CONAP, MSc Luis Javier Aju, curador del Herbario UVAL,

Su día

Cada 11 de febrero se celebra el Día de la Monja Blanca, que fue declarada Flor Nacional por Jorge Ubico en 1934.

Marisol Vásquez
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Ceiba, el árbol sagrado de los mayas

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De veneración ancestral, brinda sombra y microclimas favorables para otras especies vegetales y animales

Ilustración: Sergio Espada

La presencia majestuosa de la ceiba y su gran sombra favorece la diversidad biológica debido a sus más de 50 metros de altura. Fue declarada Árbol Nacional de Guatemala desde 1955, gracias a la iniciativa del botánico Ulises Rojas.


Es reconocida como sagrada para los guatemaltecos. De acuerdo con el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), toda su constitución se acompaña de una visión divina desde la cual sus ramas representan el cielo; el tronco, el plano terrenal, y sus raíces, el inframundo. De esta forma, se conectan y comunican los tres niveles de la cosmogonía maya. Lourdes del Rosario Rodas Duarte, bióloga con especialización en helechos y encinos, explicó: “La ceiba está intrínsecamente ligada a rituales y ceremonias religiosas que honran la naturaleza y agradecen por la fertilidad de la tierra y la abundancia de los recursos naturales. Estos han contribuido a su conservación en algunas comunidades, al fomentar un sentido de respeto y reverencia hacia este árbol”.


Su nombre científico es Ceiba pentandra, considerada uno de los árboles más grandes de América Latina. Sus ramas frondosas y extendidas ofrecen cobijo a aves, reptiles, anfibios, mamíferos e invertebrados. Sus raíces columnares o “gambas”, que se extienden horizontalmente, crean espacios donde se acumula hojarasca, que atrae a microorganismos y pequeños animales. Sus hojas caídas y ramas muertas se descomponen rápidamente, que liberan nutrientes en el suelo y promueven la fertilidad.


“La ceiba enfrenta amenazas debido a la deforestación y la pérdida de hábitat. La expansión agrícola, la urbanización y la explotación forestal irresponsable representan desafíos urgentes para la conservación de este árbol icónico y los ecosistemas que sustenta. Por lo tanto, es crucial promover medidas de protección y manejo sostenible de los bosques”, concluye la investigadora.


Con información de https://investigacionparatodos.usac.edu.gt/, Universidad del Valle de Guatemala, bióloga Lourdes del Rosario Rodas y Centro de Estudios Conservacionista de la Usac.

Dónde admirarla

En el Jardín Botánico de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), ubicado en la avenida
La Reforma 0-63, zona 10.
Jardín Botánico de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), situado en la 18 avenida 11-95, zona 15, Vista Hermosa III.
En el centro del mercado de Palín, Escuintla.
En el centro de la Plaza del pueblo de San Francisco, Petén. También en el Parque Nacional Tikal.
En la plaza Sacapulas, en Quiché.
En Amatitlán, en el Parque J. Oscar Reynosa.

Marisol Vásquez
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María Josefa García Granados

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Ilustración: Sergio Espada

La pluma irónica de Pepita

Poetisa y periodista, también conocida como El ruiseñor de los estudiantes. Maria Isabel García Granados nació el 10 de julio de 1796 en Andalucía, España. Llegó a Guatemala en 1810. En su familia le apodaba Pepita.

Fue la única mujer que asistió a las tertulias político-literarias que se realizaban en la casa de José María Castilla. Su mejor amigo era José Batres Montúfar y juntos escribieron Sermón, un poema pornográfico en el cual hicieron sátira al canónigo Castilla. También fundaron el periódico Cien veces una, que sirvió para satirizar el que se llamaba Diez vez diez, que era editado por liberales guatemaltecos en San Salvador. Luego colaboró en el diario La Aurora, con artículos políticos y literarios. Asimismo, en La República, donde firmaba sus escritos con el seudónimo Juan de las Viñas. Escribió retratos satíricos dedicados a funcionarios públicos y a sus esposas, entre ellos Francisco Morazán y Pedro Molina.

Cuando intentaron aprehenderla, se autoexilió en Chiapas. Sus adversarios políticos le llamaban Neroncito con faldas. Escribió los poemas Jesús de la Parra, Boletín de cólera morbus (en el que ridiculizó a los médicos y sus curaciones del cólera), Himno a la luna, La resolución, A la esperanza, La ceiba de Amatitlán, A una hermosa joven desgraciadamente enlazada con un achacoso viejo, Plegaria, A una abeja, Descripción de la erupción del Cosigüina y Despedida.

Luego de 1844 dejó de escribir y se dedicó a las prácticas piadosas, ya que, según ella, Pepe Batres había regresado del ultramundo a confirmarle la existencia del
infierno.

Katheryn Ibarra
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