El Real Madrid se sobrepuso a las limitaciones que le generan los problemas físicos y al virus FIFA para lograr en Butarque contra el Leganés un triunfo convincente (0-3) que le permite afrontar con buenas sensaciones su trascendental visita a Anfield para medirse al Liverpool.
Le tocó a Carlo Ancelotti poner en escena una defensa esperada en la previa aunque inimaginable en el arranque de la temporada, con Fede Valverde ocupando el lateral derecho en detrimento de los lesionados Dani Carvajal y Lucas Vázquez; y Raúl Asencio como compañero de Antonio Rüdiger en el eje al confirmarse la baja de larga duración de Eder Militao.
Lo que no muchos vieron venir fue lo que se cocía en el centro del campo y en el ataque, no solo por la presencia en el once de los poco habituales Dani Ceballos y Arda Güler, sino por el desplazamiento de Kylian Mbappé hacia el costado izquierdo de la ofensiva con la consiguiente presencia de Vinicius Jr. en el medio.
Apareció el fallo, grosero, de Adrià Altimira. El lateral derecho del cuadro blanquiazul se vio demasiado cómodo conduciendo el esférico por el borde del área hacia la media luna y, cuando quiso darse cuenta, se había metido en una cueva de la que ya no pudo salir.
La buena presión de Eduardo Camavinga lo orientó hacia la zona donde estaba Jude Bellingham, quien le rebañó el esférico. Este acabó cayendo a los pies de Vinicius, quien, luego de sortear la entrada de Sergio González, solo tuvo que levantar la cabeza para regalarle el tanto a Mbappé al filo del descanso.
A los 20 minutos de la segunda parte, el bando madridista puso la sentencia en un tiro libre. En realidad más que una falta fue un déjà vu de un episodio que se vivió hace tres meses, el 25 de agosto pasado, en el Santiago
Bernabéu contra el Valladolid.
Menos vistosa, pero más efectiva, fue la situación que dio origen al 0-3 definitivo, obra de Jude Bellingham al rematar de cabeza a placer un balón rechazado por el larguero posterior a un tiro de Brahim Díaz que se desvió en un defensa.
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