Más de cuatro décadas promoviendo la expresión artística de sus habitantes
En la página del Festival de Barriletes de Sumpango se lee que en 1978 un grupo de vecinos notó que la tradición venía en decadencia y por eso organizaron el primer concurso, para motivar a familias y jóvenes del municipio a que presentaran su trabajo el 1o. de noviembre de ese año. El certamen se realizó en la cancha de futbol a un costado del cementerio general y desde esa fecha ha crecido tanto que se convirtió en festival “debido a sus dimensiones, desde los nuevos conceptos, tamaños y el nivel de organización que fue requiriendo cada vez”, expresan.
Victorino Tejaxún cuenta con una basta experiencia en la realización de barriletes gigantes de esta localidad, ya que ha sido parte de una agrupación que se llama Gorrión Chupaflor y ha colaborado con el Comité Organizador del Festival de Sumpango.
Platicó con Revista Viernes para explicar cómo es que se realiza esta llamativa tradición. “Yo ya soy como de los mayores, no estoy tan involucrado, básicamente doy algunas orientaciones. Se puede decir que son nuestros hijos los que están al frente de la agrupación”, indica Tejaxún mientras agrega que la forma en que se ha heredado esta tradición ha sido que desde pequeños se ha involucrado a los menores.
A su consideración hay dos elementos clave: “Primero es que el barrilete en sí, le ha dado una relevancia e identidad bastante cimentada al municipio y por eso viene primero la identidad y nuestros hijos también se sienten identificados al ver que sus papás, con sus familias y hermanos mayores están involucrados”. Adiciona que en el ciclo escolar también les inculcan el amor hacia la elaboración de los barriletes, ya que les solicitan que su trabajo final sea confeccionar uno.
La leyenda
Tejaxún explica que los relatos dicen que esta tradición sirve como un medio de comunicación con los ancestros, con los abuelos y los fallecidos. Pero el lado negativo es que se creía que el 1 y 2 de noviembre siempre salían espíritus malos a tratar de hacerle pasar mal a las buenas ánimas y buenos espíritus por ser el día de los difuntos y entonces eso alteraba un poco el orden. “Para evitar eso, lo que se hizo es que los mayores dijeron que el ruido del papel china, con el viento y los colores (de los barriletes) ayudaban a ahuyentar a los malos espíritus y entonces las buenas ánimas o los buenos espíritus se mantenían tranquilos”.
La temática y las formas
Al instaurar el festival ilustra que “se despertó el interés de la comunidad y empezó un punto fundamental: el tenerle pasión a un barrilete, a su construcción, porque en ese entonces se dio como primeros elementos a calificar, el colorido, el tamaño, los elementos que ellos le llamaban estampas folclóricas y eso llenó mucho las expectativas y recuerdo bien que habían bastantes experimentos con los barriletes con tal de atraer la atención. Hasta hacían lo que ahora llamamos 3D o estilo relieve”. Esto conllevó a que alrededor de 1988, empezara un proceso de evolución y que ya no los realizaran únicamente de folclore sino de elementos sociales, culturales, políticos o incluso ambientales. Otro aspecto a resaltar es que, gracias al interés, tuvieran sesiones de mejoramiento y acá es donde definen que únicamente se iba a trabajar con papel de china y que ese fuera un elemento a calificar “porque regularmente cuando llegaba el turista, ya sea nacional o extranjero, preguntaba ¿con qué lo pintan? y siempre estábamos explicando que eran de papel”.
Otro factor que destaca Tejaxún es la “genialidad y la constante inquietud por mejorar cada obra de arte”. No solo en visual sino también en las estructuras. “Lo tradicional son los poligonales. No recuerdo en qué año fue, pero se hizo una presentación de un farol grande, como de nueve metros, eso fue el primer momento que se cambió la estructura. Ya para el 2000 una de las agrupaciones revolucionó con la presentación de la estructura física, a una más conceptual, fueron los primeros que presentaban un pájaro serpiente. Y esto también generó una expectativa en los demás grupos. Eso ayudó a que evolucionará su trabajo, por eso en la actualidad hay barriletes con formas, no solo circulares. Siempre hay alguien que da el paso y ese fue positivo y ha generado una expectativa en los demás y ha hecho que esto evolucione”, expresa.
Otros rituales
Hay una lunada que se realiza una noche previa al festival que se inició por la necesidad de ir a trabajar los detalles finales de los barriletes. Otra actividad que se lleva a cabo es que el 31 de octubre hay una ceremonia maya en el cementerio de Sumpango para solicitar permiso y entrar en contacto con los difuntos. Llega un representante de las agrupaciones que van a exponer su barrilete y la población que quiera acompañarles.
“El barrilete se inicia como una expresión lúdica, espiritual y de leyenda tradicional. El barrilete de Sumpango es una expresión artística con sus características de autenticidad que ha desarrollado la población. Cada barrilete es una obra efímera: solo se presenta esa vez y no hay uno que se repita, y lo que quiero destacar es que el 1 de noviembre Sumpango hace la instalación artística más grande del mundo en una cancha de futbol. ¡Sean bienvenidos!”, finaliza.