Frank Gálvez
Locutor y Escritor
En muchas culturas, el Día de Todos los Santos se entrelaza con las tradiciones locales. Por ejemplo, en nuestro país las familias visitan los cementerios degustando el tradicional fiambre junto con otras viandas mientras decoran las tumbas de sus seres queridos, reflejando la amalgama entre duelo y celebración.
A pesar de que algunos piensan que la existencia humana es como las aves, que no dejan rastro en el firmamento al volar, las obras que cada uno de nosotros realiza a lo largo de nuestra vida siempre dejan una huella y su peso se siente. Sean buenas o malas, estas son testimonio de nuestro carácter y de cada una de ellas deberemos dar cuenta al Creador, para nuestra vergüenza o consuelo.
”La canción termina, pero la melodía persiste…“. Irwing Berlín
La importancia de esta práctica radica en que recuerda el llamado cristiano a la virtud. Sirve como una reflexión sobre el vínculo espiritual entre los vivos y los muertos, enfatizando la creencia de que los fieles, tanto en la tierra como en el cielo, están conectados espiritualmente; fortifica al mismo tiempo la esperanza del creyente al alentar la oración y el recuerdo de aquellos que impactaron nuestras vidas.
Ya lo dijo el supremo escritor Fiódor Mijáilovich Dostoyevski: “Cuanto más oscura es la noche, más brillantes son las estrellas. Cuanto más profundo es el dolor, más cerca está Dios”.
Es una ocasión importante que nos recuerda que la santidad es alcanzable para todos, no solo para unos pocos, y también nos da un instante para recapacitar sobre las vidas que ya trascendieron, sus sacrificios y ejemplos que nos inspiran a vivir con fe, amor y caridad.
Se dice que la mortaja no tiene bolsillo, pero es que las obras no nos siguen en la mortaja, sino en nuestro legado, el cual es significativo sopesar en esta jornada solemne dedicada a honrar a todos los santos, conocidos y desconocidos. Se trata menos del duelo y más de celebrar generaciones. Meditemos en ello este próximo 1 de noviembre, sin olvidar quiénes somos, dónde estamos y en qué nos convertiremos.