Madrid, EFE
El Real Madrid de las remontadas reapareció en el Santiago Bernabéu cuando se veía abocado a una situación límite en la Liga de Campeones mientras caía 0-2 al descanso contra el Dortmund después de la derrota de Lille, con una reacción repleta de orgullo al ritmo de Vinicius, autor de tres de los cinco goles que marcó en el segundo acto el campeón de Europa, para exhibir galones y aumentar su confianza antes del clásico.
Sentía el Borussia Dortmund la vendetta de la final de la Champions, su primera conquista del Santiago Bernabéu. Parecía encaminado a una profunda reflexión futbolística el Real Madrid, cuando en una segunda parte majestuosa se quitó todas las ataduras.
El balompié que tanto se le demandaba apareció en oleadas para remontar dos dianas y tapar sus carencias. Un vendaval deportivo que no hay rival que lo sostenga en el Bernabéu cuando ruge. Por mucha que sea su ventaja. Donde otros se hunden, los de Ancelotti rescatan su mejor versión.
No era un día para pruebas tácticas por la necesidad. Enterró Ancelotti su apuesta de Balaídos y recuperó el 4-3-3 con el regreso de Rodrygo al 11. Obligado a recurrir a un jugador de 39 años en búsqueda del juego de calidad que no encuentra. Escoltado Modric en el doble pivote por Fede Valverde, que no es suficiente por mucho que robe, y con Jude Bellingham desgastándose detrás del balón para perder la frescura del pasado curso en ataque.
Las obligaciones eran madridistas. El Dortmund llegaba al Bernabéu con la liberación que le otorgaban dos triunfos. Sin nada que perder. Impulsó la valentía de Sahin que supo leer las flaquezas del momento del Real Madrid y explotarlas. Buscó con éxito la debilidad de sus laterales y Guirassy trajo de cabeza a los centrales. Un buen manejo del partido hasta que le entró el miedo con ventaja.