Luis Assardo
Periodista e investigador
Conforme crece la cantidad de usuarios en Internet a nivel global, hemos percibido una creciente polarización. Cada vez es más común entrar a las redes sociales y encontrar espacios hostiles donde poco a poco se han normalizado las agresiones, el acoso y la incapacidad de dialogar.
Varios estudios demuestran que esas percepciones reflejan la realidad. Solo en el 2020 el FBI recibió 8 mil 263 denuncias de crímenes de odio en línea. Un 13 por ciento más que en el 2019. A la fecha sobrepasan las 10 mil denuncias. Al sumar otras entidades se habla de más de 200 mil. La mayoría relacionadas a raza y en menor porcentaje por religión. Casos similares en Canadá, Reino Unido y otros países. A pesar de diferencias en la conceptualización lo constante es el crecimiento. ¿Por qué?
Solo en el 2020 el FBI recibió 8,263 denuncias de crímenes de odio en línea.
La creciente polarización y la pérdida de la capacidad de diálogo en nuestra sociedad están vinculadas a varios factores, muchos de ellos relacionados con el uso intensivo de redes sociales. Investigaciones recientes han señalado que las “cámaras de eco” y los “filtros burbuja” permiten a los usuarios rodearse exclusivamente de ideas que confirman sus creencias, lo que disminuye su exposición a opiniones divergentes. Esta tendencia reduce la empatía y el entendimiento entre grupos con puntos de vista opuestos, alimentando un ambiente de confrontación y desconfianza.
Este fenómeno de polarización afectiva no se centra tanto en la divergencia ideológica, sino en el crecimiento del desprecio mutuo entre grupos. La gente percibe a los miembros de los grupos opuestos como “enemigos”, lo que exacerba la hostilidad, incluso en situaciones sociales cotidianas. Estudios sugieren que la identidad partidaria o grupal se ha convertido en una fuente principal de división, llevando a comportamientos agresivos en las interacciones políticas y personales. En contextos polarizados, las redes sociales intensifican este problema al premiar contenidos emocionales y divisivos.
Se necesita que promovamos el diálogo y el pensamiento crítico, además de exigir ajustes en el diseño de las plataformas tecnológicas que prioricen la moderación sobre la polarización.