La muerte del fundador de la moderna Guatemala, don Pedro de Alvarado, el 24 de junio del 1541, un inconveniente con su caballo no permitió guiarlo y maniobrar; entonces, cayó y rodó hasta el fondo del abismo, quedó gravemente herido. Con pena y tristeza reaccionó a sus acciones, los golpes de la vida que lo arrojaron a ser un hombre duro.
Las últimas palabras sonaron con mucho arrepentimiento, y al dirigirse a las personas que lo ayudaron en su momento de angustia, pudo calmar su dolor y ver más allá del mal que pudo vivir.
En el momento de pena, decidió dejar todo en orden, pidió que sus huesos fuesen llevados al Convento de Santo Domingo en México. Se recuerda la muerte del capitán valeroso con mucho pesar, porque murió por socorrer y ayudar a la ciudad de Guadalajara.
En esta edición explorará las cartas de don Pedro de Alvarado para Hernán Cortés y la relación de sus vivencias en cada una de sus batallas, en las cuales compartió el recorrido que realizó por todas las ciudades y las aventuras a las que estuvo expuesto por defender con valentía su posición, pidiendo ayuda a Cortés para cumplir con sus obligaciones.
Por su parte en cartas antiguas escritas a esta cuidad de Guatemala, Alvarado expuso su satisfacción y el apoyo que recibió, dejando una huella imborrable y creando un vínculo cercano con la ciudad.