Doña María Martínez vive en la capital de Guatemala. A sus 81 años enfrenta un reto cotidiano: los altos precios de los medicamentos que necesita para controlar su hipertensión y
tiroides.
Movidos por lo que consideran altos costos de los fármacos locales, sus hijos decidieron comprobar un rumor que se convirtió en realidad: las farmacias salvadoreñas venden a menor precio que las de Guatemala.
Carlos Ramos, uno de los hijos de doña María, cuenta que ahora se turnan para efectuar las compras. “Siempre vamos a las farmacias San Nicolás, porque es la más cercana y conveniente. Allí encontramos precios más bajos”, explica.
Ramos agrega que los medicamentos en el vecino país están a la mitad o por debajo de lo que pagarían en el país. “Nos aseguramos de comprar lo que mi mamá necesita. En cada visita, nos llevamos lo necesario para un mes o más”, detalla.
La familia de doña María, que incluye a tres hermanos que viven en Estados Unidos, han convertido en hábito este recorrido. Aunque la distancia no siempre permite que todos estén presentes, cada uno contribuye, en la medida de sus posibilidades, para garantizarle el tratamiento adecuado.
Historias como esta se cuentan a diario entre guatemaltecos, quienes han hecho rutinaria esta práctica que les permite atender enfermedades crónicas, lo cual sería imposible en esta nación.
Una historia con pupusas
Con el objetivo de corroborar las narraciones compartidas por connacionales en torno a las diferencias de costos, un equipo del Diario de Centro América (DCA) viajó a la tierra aludida, enfocado en realizar diversas cotizaciones.
El reporteo comenzó al llegar a la frontera, donde el ingreso fue ágil. Basta mostrar el Documento Personal de Identificación (DIP) o el pasaporte. La calidad de las carreteras facilita el traslado, siempre y cuando no llegue a San Salvador, la capital de esa república, donde el tráfico se torna imposible.
Una de las cadenas farmacéuticas más cercanas es la de San Nicolás, ubicada en Ciudad Real, aproximadamente a 40 minutos de la frontera. Este establecimiento es de los más grandes, con 151 sucursales en todo el territorio. Además de ofrecer tarifas más accesibles que las de Guatemala, cuentan con ofertas y una tarjeta VIP, que los usuarios pueden adquirir para obtener rebajas, consultas médicas gratuitas y fármacos por accidentes, entre otros beneficios.
Al consultar los precios se encontraron los siguientes: Jardianz para diabetes, Q385.14; Isoptin, para la presión arterial, Q102.24; Concor, Q251.47; Minart, Q164.70; Co-Diován, Q141.33, y Vymada, recetado para la insuficiencia cardíaca, Q330.11.
Otra farmacia visitada fue Camila San Gerardo, en Santa Ana. A pesar de que algunos precios son un poco más altos, menos caros que aquí. Las refencias son: Jardianz, Q409.21; Isoptin, Q104.72; Concor, Q213.08; Minart, Q173.14; Vymada, Q349.46, y Co-Diován, Q139.70 (lea infografía: Números que enferman).
En la zona central de Santa Tecla, San Salvador, se encontró Farma + Value, que cuenta con 30 sucursales. Aquí, los costos continúan más bajos. También atrae con descuentos y una tarjeta que permite acceder a planes especiales. Los mismos productos consultados se comercializan así: Jardianz, Q346.59; Isoptin, Q94.89; Concor, Q251.47, y Minart, Q164.70.
¿Con subsidios?
Otra duda que se intentó resolver fue la relativa a la existencia de algún programa gubernamental de subsidio, con el cual se explicaran las diferencias. La información oficial obtenida no es contundente.
El equipo se trasladó al Ministerio de Salud de El Salvador, pero fracasó en su primer intento de llegar y recibir una opinión oficial, debido a las largas filas de carros y al horario de salida de los funcionarios: 15:30.
El segundo día tampoco se logró contactar a autoridades. Luego de consultar, la recepcionista de la citada cartera indicó que debíamos dirigirnos a la Dirección Nacional de Medicamentos, actualmente la Superintendencia de Regulación Sanitaria. Sin embargo, no se obtuvo respuestas concretas.
La persona que recibió al equipo del DCA, quien pidió que no se le identificara, destacó que la misión de la entidad es velar por la calidad de los medicamentos, su accesibilidad y abastecimiento. Dijo desconocer que existiera algún subsidio gubernamental, pero aludió a la fortaleza de la industria, que invierte en tecnología y niveles adecuados de producción, que contribuyen a tener medicinas disponibles, a valores competitivos.
Mercado regional
Los testimonios recabados confirman que los compradores no llegan solo de Guatemala. También, de Honduras y Cuba, entre otras nacionalidades.
David Ramos, un amistoso salvadoreño, comentó: “Hay farmacias que ofrecen promociones y eso ayuda. Mi madre, que padece hipertensión, puede comprar a un precio más bajo en Farmacia San Nicolás por contar con una tarjeta que promueve varios beneficios.
Morena Chávez, madre de una hija con epilepsia, compartió su experiencia con la obtención de algunos productos. “Cuando me cambiaron la medicación de mi hija, el precio se disparó y, a pesar de que el hospital debe proporcionar la medicina, no siempre es así, por lo que debo ver cómo soluciono”.
Monopolios y amenzas Nuria Mejía, analista de salud, del Instituto por la Democracia de la Congcoop, recordó la crítica situación para el acceso a medicamentos en Guatemala. Consideró que el costo de los tratamientos se ha disparado, debido a la falta de regulación y a un mercado que está controlado por grandes empresas farmacéuticas.
Según Mejía, esta situación ha llevado a muchos guatemaltecos a buscar opciones más asequibles en El Salvador o México.
La experta afirma que la industria local ha operado con los gobiernos de turno y de la mano de empresarios, lo que ha permitido que la salud se vea como una mercancía y no como un derecho humano.
Recordó que en algunas ocasiones han venido farmacéuticas que buscan ofrecer precios más competitivos, pero enfrentan amenazas de los monopolios establecidos.
Entre las propuestas que sugiere está la necesidad de diversificar los proveedores y buscar alternativas más económicas en el marcado internacional como comprar a la Unión Europea o a instituciones ligadas a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Mejía reiteró que el impacto de los altos precios en el país complica la salud de los guatemaltecos, porque muchos optan por dejar de comprar, lo que agrava su situación. Mencionó situaciones en las que se reducen la dosis, con tal de atender los males.
Adrián Chávez, analista y médico salubrista, manifestó que la disparidad se debe, en gran medida, a la estructura del mercado farmacéutico, donde las distribuidoras, en lugar de los fabricantes, controlan los valores, lo que encarece el acceso a tratamientos.
Chávez coincidió en que falta regular el mercado, lo cual requiere de decisiones políticas, a fin de legislar en apoyo de los bolsillos de los enfermos y sus familias. Agregó que se requiere mejorar el acceso a tratamientos de enfermedades crónicas, al tiempo que reconoció como un avance importante la aprobación de la Ley de Atención Integral del Cáncer, aprobada este año por el Congreso.
Para concluir, el analista subrayó que los actuales esfuerzos del Ministerio de Salud y del Gobierno para garantizar el abastecimiento en el sistema público, que permite que los pacientes reciban sus tratamientos sin costo. “Es un buen avance, pero todavía queda un largo camino por recorrer”, concluyó.