Ingeniero Byron Gaitán
Cargo: Gerente General de ZOLIC
El 1 de octubre en Guatemala se celebra el Día del Niño, una fecha que invita a reflexionar sobre la importancia de la infancia y el papel de los padres y la sociedad en la formación de futuras generaciones. La niñez es una etapa única donde, en un entorno seguro y amoroso, los niños adquieren las herramientas necesarias para enfrentar la vida y convertirse en ciudadanos responsables.
En un mundo cada vez más acelerado, lleno de distracciones tecnológicas y presiones sociales, a menudo no se les brinda a los niños el espacio que merecen para crecer de manera saludable. Es fundamental que padres y tutores comprendan su responsabilidad invaluable: guiar a los niños con amor, disciplina y buenos valores. Criar a un niño implica cuidar su presente y construir un futuro en sociedad.
En la infancia aprendemos a ser empáticos, a trabajar en equipo y a soñar en grande.
Un niño que crece en un entorno seguro y amoroso tiene mayores probabilidades de desarrollar una autoestima sólida, habilidades sociales y un sentido de responsabilidad. En la infancia, aprendemos a ser empáticos, a trabajar en equipo y a soñar en grande. Sin embargo, a menudo olvidamos la importancia de esta etapa, ya sea por las exigencias de la vida adulta o porque dejamos de pensar como niños.
No debemos perder de vista la capacidad de asombro, la creatividad y la alegría que los niños nos enseñan. Aunque la madurez nos obliga a tomar decisiones difíciles, deberíamos preservar esa chispa de curiosidad que caracteriza a los más pequeños. Al hacerlo, vivimos de manera más plena y comprendemos mejor las necesidades emocionales de los niños a nuestro alrededor.
En Guatemala, es crucial fortalecer políticas y programas que protejan la infancia y fomenten su desarrollo. La seguridad física, emocional y psicológica de los niños debe ser una prioridad nacional. El acceso a la educación, la salud y espacios seguros para jugar son derechos fundamentales que no deben ser ignorados.
El Día del Niño no debería ser solo una celebración con regalos y juegos. Debe ser un recordatorio de que, como sociedad, tenemos el deber de cuidar de nuestros niños, ofreciendo un presente seguro para que puedan construir un futuro prometedor. Solo así lograremos una sociedad más justa y equitativa.