sábado , 23 noviembre 2024
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La buena y mala noticia

Hernán Cheyre

Director del Centro de Investigación Empresa y Sociedad, CIES

Es común escuchar historias y chistes donde participan dos personas, que empiezan con la frase: “Te tengo una buena y una mala noticia, ¿cuál te digo primero?”. Normalmente, quien realiza la pregunta le plantea al otro primero una noticia favorable, buscando atenuar de esa forma un problema de fondo mucho más grave, que es el que se plantea a continuación.

Esto es precisamente lo que ocurrió la semana pasada con la nueva información entregada por el Banco Central respecto de la situación de la economía chilena, con la diferencia de que en este caso no se trata ni de una historia ni de un chiste, sino que de nuestra realidad. 

La buena noticia fue el anuncio de que la tasa de interés de política monetaria va a continuar su trayectoria descendente a una velocidad mayor que la prevista inicialmente, lo cual va a impulsar una mayor reactivación de los niveles de actividad.

Chile necesita volver a crecer a lo menos un 4 por ciento, y la receta es conocida.

La mala fueron las razones que explican este cambio táctico: una recuperación en el consumo y en la inversión más lenta de lo que se esperaba, con lo cual el rango de estimación para el crecimiento del PIB este año se ajustó a la baja en su límite superior, ubicándose ahora en 2.25-2.75 por ciento, con todos los componentes de demanda interna creciendo menos que lo que se había proyectado en el informe anterior, con excepción de las exportaciones, que son las que están actuando como contrapeso de lo anterior.

Y como remate final a lo ya señalado se agregó una mala noticia adicional: el potencial de crecimiento de la economía, medido por lo que se conoce como el PIB tendencial, se ajustó a la baja, a un 1.8 por ciento como promedio anual para la próxima década.

No cabe duda de que la mala noticia contrarresta por completo la buena noticia. Pero en estricto rigor, en esto no hay nada nuevo, por cuanto la disminución en el potencial de crecimiento es un fenómeno que se viene arrastrando desde hace diez años, con la única diferencia que en este nuevo informe se ha dado un paso más en la dirección descendente. Un potencial de crecimiento de 1.8 por ciento es absolutamente insuficiente para satisfacer las necesidades de la población, para la creación de nuevos empleos y para generar los recursos fiscales adicionales requeridos para destinarlos a usos prioritarios.

Chile necesita poder volver a crecer a lo menos a un 4 por ciento, y la receta para hacerlo es conocida: un marco que incentive la inversión, la creación de empleos y las mejoras en la productividad, con un Estado facilitando la creación del contexto requerido y eliminando todas aquellas trabas que entorpecen el despliegue de la actividad emprendedora. Mientras no se acepte esto y siga imponiéndose el sentimiento anti empresa privada, no será posible salir de este pantano.

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