Contundente combate de la delincuencia. Efectiva protección de los derechos ciudadanos. Abordaje estratégico de las extorsiones. Ese es parte del camino marcado por el Gobierno en su plan de seguridad ciudadana 2024-2028. En este tema no se puede ni se debe improvisar. Hay que saber qué se quiere, para tomar la ruta correcta. En esta materia, los resultados se cuentan en vidas y bienes.
La graduación de los 366 agentes que integran el Grupo Especial Contra las Extorsiones (GECE), unidad especializada creada por las actuales autoridades, es otra muestra del conocimiento que se tiene sobre el tema. De saber lo que se quiere. La evidente necesidad de fortalecer las capacidades de la Policía Nacional Civil (PNC) es un déficit que había que enfrentar con prontitud.
Hoy, basta revisar las cifras para ver las mejoras. Este año se lleva registrada la segunda tasa de homicidios más baja de los últimos tres lustros (16 muertes por cada 100 mil habitantes), solo superada por las cifras de 2020 (15.2), cuando el Covid-19 obligó al encierro y a restringir la movilidad.
Similares resultados se reflejan en la batalla al narcotráfico. Más decomisos de cocaína. Más detenidos y mayores cantidades de dinero incautados. Las cifras están ahí, a la vista de todos.
En este orden de ideas, conviene abrir un capítulo especial para las extorsiones. Para ello, vale volver a revisar el Plan de Gobierno. Retomar la autoridad de los centros penitenciarios, cuna de las coacciones y escuela de chantajes a personas y empresas. Esa es la misión, el norte. Poco a poco, se avanza en los objetivos. Recobrar el orden y dominio de la cárcel El Infiernito, en junio de 2024, refleja que no hay cabida para las ocurrencias.
En esa planificación se incluye construir una cárcel de máxima seguridad, donde se recluya a la crema y nata de la criminalidad y principales responsables del constante luto que sufren los hogares guatemaltecos.
Seguridad democrática, titula la estrategia operativa del equipo que lideran el presidente Bernardo Arévalo, la vicemandataria Karin Herrera y el ministro de Gobernación, Francisco Jiménez, un grupo que ha demostrado que para ejercer el poder basta la capacidad, la decencia y el respeto del Estado de derecho.