Madrid, EFE
Liberado de la jaula económica que le impedía aportar todo su futbol al Barcelona, Dani Olmo sacó todo su repertorio en Vallecas para liderar la remontada, la segunda en tres jornadas de un líder que no levanta el pie del acelerador, y que castigó la asfixia del Rayo (1-2) con una gran segunda mitad al ritmo de su nueva estrella.
El debut soñado, el mejor reencuentro con la que fue su camiseta y con el escudo con el cual deseaba triunfar. Olmo regresa al balompié español como un referente. Así lo demostró en el Estadio de Vallecas, donde salió al rescate de un conjunto blaugrana, desconocido en el primer acto y exuberante en el segundo, para extender un arranque inmaculado en cuanto a resultados. Los primeros pasos firmes en números de un nuevo proyecto.
Desplomada de un plumazo por un inicio de dudas la mejoría del Barcelona de Hansi Flick, superado en la intensidad por el rival, alejándose de la identidad que el técnico había aportado con sus primeros trazos en los dos primeros encuentros, las ideas claras del Rayo generaron duda por primera vez.
Tres temporadas sin ganar en Vallecas no eran fruto de la casualidad y la noche se presentaba igual de incómoda que las últimas para el Barsa. El Rayo mordía con las novedades ofensivas de Íñigo Pérez, con piernas frescas Isi, Álvaro García y Camello. Su movilidad por la zona central dejando las bandas a las incorporaciones de De Frutos y Pacha Espino fueron claves en el arranque.