La medalla de oro ganada ayer por Adriana Ruano Oliva permite constatar, una vez más, que la perseverancia y el esfuerzo marcan el camino del éxito. El récord olímpico que impuso la atleta en la especialidad de tiro en el foso también refleja la capacidad de los guatemaltecos para sobreponerse a las adversidades y enfrentar, con solvencia, nuevos retos.
La historia de Adriana es tremendamente aleccionadora y digna de inspiración, en especial, para los talentos que hoy se forjan en duelas, pistas y céspedes. En 2012, previo a integrar el equipo de gimnasia artística que competiría en las justas de Londres, donde Erick Barrondo obtuvo la presea de plata, a la medallista se le detectó una lesión en la columna que le imposibilitó estrenarse en estos certámenes.
Ese acontecimiento, que habría derrumbado a cualquiera, reenfocó los esfuerzos de Adriana y la llevó a prepararse en una nueva especialidad deportiva, en la que ayer alcanzó lo más alto del podio, gracias a su temple de acero y puntería sin igual. Sin lugar a dudas, fue esa perseverancia la que mantuvo a la mayoría de guatemaltecos expectante ante las pantallas, vitoreando los aciertos de la tiradora y respirando con tranquilidad al ver los fallos de sus rivales.
Fue una sincronía poco explicable, pero que la llenó de confianza. Algo similar debió haber vivido el martes pasado el también tirador Jean Pierre Brol, quien alcanzó el bronce en la misma especialidad y abrió una semana gloriosa para nuestro deporte, que despertó el patriotismo y reforzó la creencia de que somos un pueblo ganador, que sabe sobreponerse y avanzar en la búsqueda de mejores condiciones de vida.
Hoy, solo resta agradecer la fe inquebrantable de estos campeones, quienes nos muestran el camino para alcanzar el desarrollo y la prosperidad inclusiva. Ellos nos recuerdan que por más que las mafias y mafiosos, vestidos de diputados, contratistas, fiscales, jueces y magistrados se empeñen en obstaculizar al Gobierno, es improbable que sigan conteniendo el resurgir de la nueva primavera para todos y todas.
En fin, así como fue posible que Adriana, Jean Pierre y Erick alcanzaran su sueño, de la misma manera veremos el desplazamiento de los corruptos y corruptas, a quienes se les acaba el tiempo.
