Jerusalén/Teherán, EFE
La muerte del caudillo político de Hamás, Ismail Haniyeh, en un ataque atribuido a Israel, ha causado indignación entre los líderes de Oriente Medio y ha llevado al grupo islamista a amenazar con “consecuencias en toda la región”.
El jefe supremo de Irán (donde tuvo lugar el incidente que acabó con la vida de Haniyeh), Alí
Jameneí, ya ha avisado de que su país se vengará, lo mismo que el nuevo presidente iraní, Masud Pezeshkian, quien en un comunicado dijo a Israel que la república islámica “defenderá su integridad territorial, su dignidad, su honra y honor, y hará que los terroristas invasores se arrepientan”.
El líder palestino, de visita oficial en Teherán para asistir a la investidura de Pezeshkian, era visto por muchos como la cara más moderada de Hamás, y su fallecimiento deja a los islamistas en manos del liderazgo más extremista, encarnado por Yahya Sinwar, cerebro de los atentados del 7 de octubre.
Haniyeh era, además, el principal mediador del grupo en las negociaciones para un acuerdo de alto el fuego y liberación de rehenes en Gaza, que después de semanas de impulso por parte de los intermediarios parecen acercarse al estancamiento.
De momento, ningún alto cargo israelí ha reconocido de manera oficial la operación, aunque algunos funcionarios han sugerido marcadamente en redes sociales que el país se encuentra detrás de la muerte del líder palestino.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, convocó al Gabinete de Seguridad, aunque no ha
trascendido más información.