Juan Pablo Sims
Investigador del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales
En Francia, la Agrupación Nacional que obtuvo el 37 por ciento de los votos, pero no logró buenos resultados, se contrapone al éxito laborista con solo el 33.7 por ciento de los votos. Este fenómeno evidencia que el mismo porcentaje de votos puede tener consecuencias muy diferentes según el sistema electoral implementado.
Esta disparidad nos lleva a una reflexión necesaria sobre el voto obligatorio en Chile, especialmente cuando nos aproximamos a las elecciones municipales de octubre y al siguiente ciclo presidencial. La implementación o no de este mecanismo puede tener un impacto significativo en la representatividad y legitimidad de los resultados electorales. Si no somos conscientes de cómo las reglas del juego electoral afectan estos resultados, corremos el riesgo de subvertir el principio democrático de equidad y representatividad.
Un sistema electoral estable proporciona certidumbre y confianza a los votantes.
Es fundamental que, como país, abordemos esta discusión con seriedad y determinación. No podemos permitirnos cambiar el sistema con cada elección según convenga a ciertos grupos o circunstancias temporales. Es imperativo establecer un sistema electoral permanente y hacer las reformas necesarias para garantizar su equidad y eficiencia a largo plazo.
Un sistema electoral estable proporciona certidumbre y confianza a los votantes, y fortalece la legitimidad de los procesos democráticos. Además, las reformas deben ser pensadas y aplicadas de manera que se ajusten a las realidades sociales y políticas del país, promoviendo así una democracia más inclusiva y
representativa.