Alejandro Martínez Carrasco
Profesor del Grado en Filosofía, Política y Economía (PPE)
Miyamoto Musashi es posiblemente el samurái más famoso de Japón. Sus hazañas, a caballo entre la
historia y la leyenda, forman parte de las tradiciones épicas más arraigadas del país. Vivió entre los siglos XVI y XVII, una época de sangrientas guerras civiles que culminó en la unificación del país bajo el clan Tokugawa. Se inició, así, el periodo Edo, dando paso a un tiempo de paz, estabilidad y fuerte aislamiento, que se prolongó hasta el inicio del período Meiji en la segunda mitad del s. XIX.
Entre 1935 y 1939, Eiji
Yoshikawa publicó por entregas una novela histórica sobre la juventud de
Musashi que se convirtió en un gran éxito y que ha sido traducida y adaptada en libros, series, películas, cómics y videojuegos. La obra, escrita de forma ágil y entretenida y con la delicadeza propia de la mejor tradición japonesa, destaca por su profundidad psicológica, ética y espiritual. Uno de sus aspectos centrales es el cambio en el carácter del liderazgo durante la vida de
Musashi. De un período violento y anárquico se pasó a una era de paz, donde los guerreros fueron sustituidos por administradores. Muchos samuráis no lograron adaptarse, volviéndose bandidos. Él, sin embargo, mostró una comprensión profunda de un nuevo tipo de liderazgo, basado en la adaptación y el aprendizaje constante.
Su transformación comenzó en la adolescencia, tras ser apresado y casi perder la vida. Un monje budista, su futuro mentor, le hizo ver la necesidad de un cambio profundo a través del conocimiento de sí mismo y de un largo aprendizaje. Este proceso de formación y maduración fue arduo, lleno de prácticas ascéticas, meditativas y encuentros con diversos personajes. Una escena significativa en la novela ilustra el enfoque de Musashi sobre el verdadero liderazgo.
En su juventud, descubrió que el “Camino de la Espada” -el camino de formación del samurai- era más amplio, complejo y profundo que volverse un hábil guerrero: implicaba convertirse en un ser humano integral al servicio del bien común. Para ello, decidió abandonar temporalmente la espada y dedicarse a la agricultura, junto con un niño huérfano a quien había encontrado.
Musashi se estableció en Hotengahara, una tierra estéril, con intención de transformarla en fértil y cultivable. A pesar de sus esfuerzos, solo cosechó fracasos y burlas de los campesinos, pero un ataque de bandidos cambió la situación.
Continuará…