EFE
Se cumplen 55 años de la llegada del hombre a la Luna, el reto tecnológico más importante del siglo XX y uno de los momentos más significativos de la historia de la humanidad.
Esta hazaña televisada, que supuso una ventaja de Estados Unidos en la carrera espacial, constituyó un avance científico sin precedentes respecto al conocimiento del Sistema Solar.
Más de medio siglo después, las potencias desarrollan planes para construir bases permanentes en la Luna que permitan alcanzar Marte.
“Un gran salto para la Humanidad”.
Hace 55 años el ser humano puso su pie por vez primera en la Luna y cruzó la primera frontera física de la era espacial.
La misión Apolo 11, el primer vuelo tripulado que aterrizó en el satélite terrestre, tuvo una duración de algo más de 195 horas de viaje. Se trataba del segundo viaje humano a la Luna, aunque el primero de ellos con alunizaje incluido.
El 16 de julio de 1969 la misión de la NASA, compuesta por el comandante Neil Armstrong y los pilotos Edwin Aldrin y Michael Collins, despegó desde el Centro Espacial Kennedy en Florida para recorrer una distancia de casi 400.000 kilómetros.
Cinco días después, Armstrong se convirtió en el primer astronauta que pisó la superficie de la Luna a las 2:56 (hora internacional UTC) en una zona denominada Mar de la Tranquilidad.
Mientras descendía por la escalera del módulo pronunció la histórica frase: “Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la Humanidad”.
Una de las claves de este hito fue la retransmisión en directo de la actividad de la misión a todo el planeta desde las instalaciones del Observatorio Parkes (Australia).
Se estableció un récord de audiencia en televisión, lo vieron quinientos millones de espectadores en todo el mundo.
Armstrong y Aldrin caminaron casi tres horas en la Luna, recogieron muestras de piedras, realizaron varios experimentos científicos y numerosas fotografías y colocaron una bandera estadounidense.
En esta expedición se llegó a la conclusión de la inexistencia de cualquier forma de vida pasada o presente en la Luna.
La proeza espacial finalizó cuando el módulo en que viajaban los tres astronautas amerizó en aguas del Océano Pacífico, próximas a Hawai.
Importancia de la exploración lunar Además del innegable éxito de la misión científica, la exploración lunar tuvo una vertiente geopolítica.
La aventura espacial materializó el solemne discurso del presidente estadounidense John F. Kennedy ante el Congreso en 1961 en el que declaraba su objetivo de enviar un astronauta a la Luna antes del final de la década.
Es evidente que el ambicioso programa Apolo impulsado por Kennedy fue producto de la «guerra fría», la contienda que libraban la Unión Soviética y Estados Unidos en el ámbito aeroespacial.
La URSS llevaba ventaja: en 1957 había puesto en órbita el Sputnik, el primer satélite artificial, y en 1961 había situado por primera vez a un hombre en el espacio, Yuri Gagarin, a bordo del Vostok 1.
Con la llegada del hombre a la Luna, EE. UU. consiguió una victoria tecnológica y política en el contexto de la rivalidad entre los dos bloques.
Si bien en un principio el Apolo 11 no tenía por objeto la investigación científica, las misiones sucesivas sentaron las bases de la ciencia espacial.
De los experimentos en la superficie lunar surge la teoría de que el satélite natural se formó con materiales provenientes del impacto de la Tierra con otro protoplaneta.
Con esta información, también se actualizó el origen y evolución de la Tierra y del Sistema Solar.
En la actualidad, China e India también se han sumado a la disputada carrera tecnológica cósmica. Es la segunda vez en la historia que distintas potencias mundiales compiten por llegar a la Luna, de nuevo en un entorno geopolítico incierto.
A pesar de los desafíos inherentes a la exploración espacial, la NASA está enfocada en aterrizar una nave en el satélite.
En este sentido las misiones Artemis están desarrollando planes para construir bases permanentes en la Luna que faciliten alcanzar Marte, la siguiente frontera espacial.
La segunda fase del programa de la NASA tiene el objetivo de llevar una misión tripulada a la órbita lunar en septiembre de 2025 y la tercera parte supondrá el alunizaje de la primera mujer en septiembre de 2026.
Las disparatadas teorías conspirativas.
Más de medio siglo después del primer alunizaje, todavía circulan una serie de teorías conspirativas que cuestionan la veracidad de la conquista lunar.
Si bien en su momento muchos ciudadanos se mostraron reacios a aceptar una gesta tan increíble, es actualmente cuando el escepticismo goza de una popularidad sin precedentes, gracias a la amplificación de las redes sociales.
Varias encuestas realizadas en la última década revelan que un porcentaje nada desdeñable de la población se creen las delirantes especulaciones sobre anomalías difundidas por la NASA.
Entre los argumentos de los escépticos se encuentra el movimiento de la bandera estadounidense a pesar de la ausencia de atmósfera, el tamaño del vehículo lunar y la ausencia de estrellas en las fotografías.
La falsa impresión de que la bandera ondea responde a la varilla telescópica horizontal que la sostiene en la parte superior.
El gran tamaño del vehículo lunar era debido a que viajaba plegado en la nave y las estrellas no son visibles en las fotografías debido al contraste extremo entre la luz y oscuridad, ya que el tiempo de exposición era muy corto.
Sin embargo, la hipótesis más arraigada sobre la llegada del hombre a la Luna es la que sostiene que el alunizaje fue un fraude.
Un falso documental televisivo llamado Operación Luna, estrenado en 2001 sin pretensión de veracidad, trataba de la “probable” participación del director de cine Stanley Kubrick en un supuesto montaje en un estudio de grabación.
Aunque este experimento creativo, dirigido por William Karel, se había emitido en Francia el Día de los Inocentes, todavía muchos negacionistas se remiten a la cinta.
Lo cierto es que, a finales de los años 60, la tecnología espacial estaba lo suficientemente desarrollada para llegar a la Luna, pero la técnica cinematográfica no había alcanzado el nivel necesario para simular un alunizaje.
Las pruebas científicas desmontan con facilidad los argumentos de todas estas teorías creativas que lo único que logran es contribuir a la pseudociencia.
Desde 2008 existe además la evidencia fotográfica. La sonda japonesa Selene obtuvo varias fotografías que coinciden con las imágenes tomadas por los astronautas del Apolo. Allí se encuentran los módulos abandonados y las huellas en la superficie.
En pleno siglo XXI no se necesita una investigación demasiado exhaustiva para refutar los argumentos más absurdos en torno a la conspiración lunar.