Juan Carlos Jobet
Decano Escuela de Negocios UAI
Es necesario que esas relaciones estén ancladas en una comprensión más profunda de las motivaciones, bagajes, historias, valores… en fin, de la esencia más subterránea de las contrapartes con las que se busca cooperar. Y el estudio de las humanidades ofrece recursos muy valiosos a la hora de percibir y comprender a las personas.
La buena literatura (cuya lectura les parece a algunos una pérdida de tiempo) ofrece quizás la mejor ventana disponible para asomarse a observar y comprender las pulsiones y conflictos que han movido a los humanos por milenios.
Ese vínculo refuerza a su vez, la capacidad de tolerar la incertidumbre y la frustración.
Además del gusto por entregarse a la lectura porque sí, el valor de una buena novela reside precisamente ahí: las fuerzas que ayuda a comprender condicionan no solo el actuar de sus protagonistas, sino a los humanos de carne y hueso con los que interactuamos cada día. Nos vemos en ellas, o vemos al que fuimos, o al que nos gustaría o tememos ser.
Las humanidades ofrecen por eso también una tercera fuente de valor a los negocios. El autoconocimiento: la capacidad de entender nuestra propia humanidad.
Aunque esa pregunta no se termina nunca de responder, saber (o intuir) quiénes somos, entender, aunque sea tentativamente, nuestras motivaciones más trascendentes, tiene enormes beneficios para el desempeño profesional. Genera conciencia de los propios límites, ayuda a elegir dónde desplegar los esfuerzos y facilita la conexión con el sentido de propósito de una organización.
Ese vínculo refuerza a su vez, la capacidad de tolerar la incertidumbre y la frustración. Y es que es más llevadera la dificultad cuando se persigue una causa con sentido. Las humanidades no deberían reemplazar, desde luego, disciplinas profesionales como las finanzas, el marketing o las operaciones, sin las cuales las empresas están condenadas al fracaso.
Pero deben ser componentes esenciales en la estructura de las empresas, para hacer más robusto y sofisticado su actuar. Más universidades deberían incorporar con fuerza a las humanidades en su formación de negocios. Y más compañías deberían sumar a sus equipos a personas con bagaje en estas disciplinas. Al hacerlo, estarían mejor preparadas para navegar los revueltos tiempos que corren.