Para desplomar la infraestructura del país bastan un par de soplidos, es el chascarrillo recurrente que se escucha cuando se habla del constante derrumbe de puentes y carreteras. Lo cierto es que el tema, más que un chiste, es un asunto serio y delicado, sobre todo por las oportunidades de desarrollo que pierde el país con estos monumentos a la corruptela y al saqueo.
La reflexión viene a cuento luego de escuchar al ministro de la Defensa, Henry Sáenz, advertir la vulnerabilidad en que se encuentra la mayoría de estas plataformas, tanto por su mala calidad como por la despreocupación de las anteriores autoridades para darle el debido mantenimiento.
La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), en su informe general por la época de lluvias, reportaba ayer que 31 puentes han resultado afectados y cinco destruidos; además de que 414 carreteras han sido dañadas a causa de las lluvias.
Lo cierto es que el reiterado número de desplomes y socavamientos debiera ser motivo para que un Ministerio Público (MP) independiente y comprometido inicie las pesquisas que permitan determinar si los daños son producto de la fuerza de la naturaleza o, como se cree, por la pésima calidad de las estructuras.
Claro, una Contraloría General de Cuentas comprometida con la decencia y probidad en la función pública estaría fiscalizando cada centavo invertido, para evitar el saqueo inescrupuloso del erario.
Los guatemaltecos merecen que los organismos del Estado den muestra de que, en verdad, no solo combaten las mafias, sino que persiguen a sus cabecillas y evitan, a toda costa, que se postulen a cargos públicos, dirijan las principales instituciones judiciales, investigativas, políticas o académicas de la nación o deambulen tranquilamente porque se saben inmunes y protegidos.
El panorama gris que enfrentan los ciudadanos, por la amenaza de un invierno potente e infraestructura frágil bastaría para que, en un acto de nacionalismo o expiación, el Congreso apruebe el reajuste del presupuesto que dote al Ejecutivo de los recursos que permitan que se refuercen o reparen esos reflejos del despojo.