Maria Jose Chiesa
Académica Facultad de Artes Liberales
En el libro A history of love and hate in 21 statues, el autor Peter Hughes reflexiona sobre
cómo, a través del tiempo, va cambiando la percepción sobre los monumentos públicos. Obras que originalmente eran admiradas y respetadas, pues definían y representaban creencias y valores aceptados, con el paso del tiempo generan rechazo por el cambio en la visión de mundo de las personas.
Los monumentos funcionan, en su dimensión más amplia, como elementos conmemorativos que inmortalizan aquello que nos une.
Los monumentos funcionan, en su dimensión más amplia, como elementos conmemorativos que inmortalizan aquello que nos une en un sentido identitario o aquello que quiere ser mostrado como un ejemplo a seguir para quienes los observan. De ahí que muchas de las obras instaladas en Valparaíso durante el siglo XIX sean dedicadas a personajes que de una u otra forma representan una imagen digna de admirar.
Esto no sería problemático si la identidad y nuestra percepción de la historia fueran estáticas, pero evidentemente no lo son. Ambas son cambiantes y se desafían constantemente, lo que hace que obras que en algún momento fueron admiradas y respetadas, ahora causen tensiones que llevan a su rechazo. Solo basta mirar, dentro de todos los casos posibles, a la estatua de Cristóbal Colón que fue vandalizada a tal punto que tuvo que ser removida del espacio público.
Continuará…