Foto: cortesía Guillermo Monsanto
La exposición de Pepo Toledo en la sala de exposiciones del Museo Nacional de Guatemala pone de manifiesto los valores conceptuales que cimentan el acervo del artista. En cada sala puede percibirse la capacidad de abstracción y el diálogo desarrollado en las etapas trascurridas desde el inicio de su carrera.
Su pintura es limpia y se fundamenta desde una paleta peculiar cuyo dominio hace resaltar una lectura sugerente en cada figuración; sea esta realista o no. Este resultado, si se ahonda en los orígenes de su interés por el arte, proviene de un ojo agudo y el modo como tempranamente se adentró en el estudio de la disciplina. Bidimensionalmente también ha creado desde el grabado y el dibujo. Pareciera, hay que resaltar, que su impronta posee aires europeos.
En 2008 produjo una obra tridimensional que precedió a la primera serie Esculturas Peligrosas.
En 2008 produjo una obra tridimensional que precedió a la primera serie Esculturas Peligrosas. Conjunto en el que destaca su interés por el universo zoológico y que, de paso, propone desde especies que se pueden entender como primitivas como los cefalópodos o temas taurinos que, a su vez, también sirven como modelo para otras obras al óleo.
En evolución constante y en un ejercicio continuo de síntesis, Toledo ha desarrollado otras figuraciones que, también, se han convertido en obra pública dentro y fuera de Guatemala. Iconografía cuya naturaleza sintética desarrolla temas sustentados desde pensamientos crítico. Entre ellos destacan sus Ángeles de la paz y ese llamado de atención al orden de las ideas político progresistas.
Las Ciudades utópicas y Los bosques urbanos poseen esencias geométricas cuya tendencia general es la propensión a crecer exponencialmente. De este modo, esculturas que se presentan como domésticas, están destinadas a percibirse como pequeñas maquetas cuyo destino final es crecer proporcionalmente al espacio que ocupen. A pesar de lo apuntado, no son instalaciones, aunque más de algún curador pudiera percibirlas de este modo.
Es en este devenir que se interesa por la gráfica digital y las posibilidades que esta le brinda respecto a la integración arquitectónica. De allí que de lo bidimensional pase de nuevo al bulto escultórico. La dinámica de los puntos de fuga se hace más visibles en las obras resultantes y con ello consigue representar su comprensión de lo infinito.
Pero Toledo siempre regresa a lo primigenio y con esto se explaya en el universo de los Pepoglifos y su búsqueda del origen. Más que simbólico pensaría que lo suyo se fundamenta desde la espiritualidad, el entendimiento de lo supremo y, de allí, proviene su necesidad de encontrar en el principio de la humanidad un mensaje plástico.
Me quedo corto, Pepo Toledo es un filósofo y estudioso del arte. Su legado posee cimientos que van más allá de la búsqueda de las formas per se. Él es un artista en constante formación y trasformación. En su creación pesa la severidad de la crítica y la elaboración de valores fortalecidos desde el conocimiento.