viernes , 22 noviembre 2024
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Navarros que dejaron huella (I)

Ana Zabalza
Profesora de Historia Moderna

Agustín de Sesma y Sierra y el esplendor de la Ribera del Ebro en el siglo XVIII. Una de las mayores sorpresas de la trayectoria del reino de Navarra en el pasado quizá la constituya la merindad de Tudela, no tan bien conocida como merecería.

Su historia durante los siglos XVI, XVII y XVIII, y hasta 1841, quedó marcada por el hecho de que, después de la conquista castellana de 1512, las aduanas del reino no coincidían con la frontera política, sino que permanecieron en el río Ebro.

Durante estos siglos los productos franceses o que entraban desde Francia ingresaban en Navarra sin pagar apenas aranceles; en cambio, para reexportarlos a Castilla o a Aragón sí debían abonarse, aunque la cuantía del impuesto dependía de si el exportador era o no navarro: en caso de serlo, las condiciones fiscales eran mucho más beneficiosas; algo similar sucedía con las importaciones.

Algunos de estos emigrantes descendían de antiguos linajes montañeses, y continuaron manteniendo su casa solariega en el lugar de origen.

Esta circunstancia hizo del sur de Navarra un espacio privilegiado para el comercio, particularmente ventajoso para quienes disfrutaran de la condición de navarros, por nacimiento o naturalización. Hoy, al evocar la idea de frontera, quizá nos limitamos a pensar en la pirenaica, que ciertamente existía.

Pero desde el punto de vista social y económico no tuvo menos importancia la del Ebro, que separaba, sin apenas barreras físicas, Navarra de los dos reinos vecinos, Castilla (de la que formaba parte la Rioja) y Aragón.

Navarra es un territorio asimétrico, más poblado y próspero en su mitad occidental que en la oriental. Esta asimetría se percibe bien en la merindad de Tudela, pues la fronteriza con la Rioja destacó por la pujanza de sus ciudades, más numerosas pues buena parte del límite con Aragón lo ocupan las Bardenas Reales.

El dinamismo económico y comercial de estas villas y ciudades atrajo población tanto de los reinos vecinos como de la propia Navarra: fueron muchas las familias procedentes de distintas comarcas del territorio que se establecieron en la Ribera.

Algunos de estos emigrantes descendían de antiguos linajes montañeses, y continuaron manteniendo su casa solariega en el lugar de origen, pues era la fuente de su identidad y de sus derechos, pero vivieron de manera permanente en este activo espacio donde encontraron grandes oportunidades para los negocios, además de un entorno urbano acorde con sus aspiraciones, que permitía exhibir la riqueza ante sus iguales, tanto mediante la construcción de verdaderos palacios lujosamente decorados como patrocinando obras artísticas de todo tipo, sin olvidar bienes suntuarios como la ropa o las joyas.

Algunos ejemplos de familias originarias del norte pero establecidas en el sur son los Marichalar, naturales de Lesaka y vecinos de Peralta, en la merindad de Olite, y los Zabaleta, uno de los grandes linajes medievales de la misma villa de Lesaka, afincados en Viana, en la merindad de Estella. En la de Tudela puede seguirse este mismo fenómeno.

Continuará…

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