Daniel Chernilo
Escuela de Gobierno
Las AFP no son responsables históricas de esa ausencia, pero su fracaso consiste en haberla profundizado. A cuarenta años de su instalación, los chilenos están tan lejos como antes de haber tenido la experiencia real de un sistema de pensiones que genere certezas y una mínima sensación de justicia.
Eso explica que, más allá de que un cambio al sistema de pensiones es efectivamente popular, las personas no parecen especialmente atraídas ni por continuar con la capitalización individual tal y como está ni por agregar un componente solidario.
En realidad, la única reforma al sistema de pensiones que genera apoyo verdadero sigue siendo aquella que termina con la idea misma del ahorro para la vejez: retirar los fondos, ojalá todos, ahora mismo. En ese juego de suma cero, una reforma significativa al sistema de pensiones tiene bajísimas probabilidades de tener éxito.
Lo interesante es que esta dinámica explica también la popularidad del proyecto de condonación del CAE.
Lo interesante es que esta dinámica explica también la popularidad del proyecto de condonación del CAE. La experiencia de endeudamiento sí está masificada en distintos sectores de la sociedad, sí se la experimenta como una injusticia o abuso y sí genera solidaridad intergeneracional entre abuelos, madres y nietos que han debido sobrellevarla en conjunto.
Si a ello se suma que entre los grupos que se verán favorecidos mayoritariamente por la condonación están aquellos que tienen mayor afinidad con el Gobierno, entonces, a diferencia de lo que sucede con la reforma a las pensiones, sí hay razones e incentivos para sacarla adelante.
La contradicción radica en que las razones e incentivos para terminar con el CAE terminarán generando costos tan altos que harán más difícil enfrentar las necesidades económicas y sociales más urgentes del país. Pero posiblemente terminarán siendo aprobadas, porque sí son resultado de experiencias concretas y compartidas entre grupos muy amplios de la sociedad.
Más que experimentar abusos e incluso injusticias, de las AFP no se espera nada, y por eso poco se va a hacer para mejorarlas o cambiarlas. Allí radica justamente el corazón de ese problema: en pleno siglo XXI, vivimos aún en una sociedad que no ha tenido nunca la experiencia real de un sistema de pensiones que funcione.
De la condonación del CAE se espera la reparación de una experiencia que, justa o injustamente, se ve como abusiva. Frente a esa vivencia concreta, sí se sabe qué hacer. Más allá incluso de que la solución vaya a terminar siendo peor que la propia enfermedad.