Desde su invención y masificación, hace más de cien años, la humanidad siempre soñó que en el futuro los vehículos volarían. En los años sesenta, los dibujos animados de Los Supersónicos mostraban a Mr.Sónico llegando directo a su departamento en un ingenio volador; y en los ochentas, la ciencia ficción de películas como Blade Runner también lo pregonó. Sin embargo, llegando al primer cuarto del siglo XXI, los autos siguen sometidos a la fuerza de gravedad y, más allá de algunos drones experimentales, seguiremos soñando con volar por un tiempo.
Pese a lo anterior, la tecnología sí nos trajo mayor eficiencia en el consumo y reducción de emisiones, así como mejor seguridad en los vehículos. Pero ahora, de manos de la sensorización, el internet de las cosas, el blockchain y la inteligencia artificial probablemente tendremos algo mucho mejor que pocos imaginaron: los vehículos autónomos (VA). Si bien esta tecnología está en etapas tempranas de desarrollo, su implementación y masificación es inminente, y significarán un cambio de paradigma radical en el transporte, la industria automotriz, la logística, la infraestructura urbana y la forma en que nos moveremos en nuestras ciudades y territorios.
En este sentido, la red de autopistas urbanas e interurbanas que se ha consolidado en nuestro Chile, fruto de los 30 años de virtuosa colaboración público-privada por la vía de las concesiones de infraestructura pública, serán la plataforma para capitalizar y potenciar las oportunidades que nos traerán los VA e, incluso, nos pueden poner a la vanguardia mundial de esta revolución. Una de las mayores oportunidades de manos de los VA será la optimización de la red vial existente y el fin de la congestión como la conocemos. Si hoy aplicaciones como Waze nos permiten encontrar rutas alternativas evitando los tacos, los VA van a organizarse de manera tal que todo el sistema de transportes fluya a velocidades adecuadas. Ya no quedará el clásico conductor bloqueando el cruce en luz amarilla, nadie se pasará un disco pare y, lo más importante, se reducirá de manera significativa el número de accidentes.
Otra ventaja de los VA será la consolidación de la movilidad compartida donde, con base en planes de suscripción, ya no seremos dueños de un vehículo, sino que tendremos a nuestra disposición, y cuando lo necesitemos, diversos formatos: desde la micromovilidad personal, familiar, cargo y delivery, hasta colectivos y masivos modulares, dependiendo de la naturaleza, urgencia o disponibilidad a pagar nuestros viajes.
Continuará…