París, EFE
No fue un adiós oficial, porque Rafa Nadal se negó a recibir el homenaje que Roland Garros tiene tantas ganas de darle, pero la derrota del español contra el alemán Alexander Zverev
(6-3, 7-6 y 6-3) tiene visos de conducir al adiós de una leyenda.
Al de Mallorca le puede quedar otra cita con ese escenario; esta vez, en los Juegos Olímpicos, y él se ha obstinado en dejar claro que no cierra la puerta a seguir compitiendo el año próximo, aunque matizó que es poco probable.
A lo largo de los años, el tenista de Manacor, que el próximo 3 de junio cumplirá 38 años, ha conquistado el Grand Slam de arcilla, tanto en títulos como en el calor del público, hasta que lo ha convertido en el territorio sobre el que ha levantado su imperio.
Entre el irreverente adolescente que irrumpió en 2005 con una cinta en el pelo, su media melena, su camiseta sin mangas y el pantalón pirata y el respetable padre de familia que ahora pasea su doctrina por París han pasado 14 títulos, solo cuatro derrotas, 116 partidos, muchos silbidos del público, más aplausos y una estatua que marcará, para siempre, una historia irrepetible.