Pablo Paniagua Prieto
Investigador de Faro UDD
Dicho de otra forma, ¿cómo podemos reconciliar nuestro interés propio y nuestras ganas de satisfacer nuestras necesidades en un mundo donde los recursos son limitados, con la capacidad de atender las necesidades de los demás sin recurrir a la benevolencia? La respuesta de Hume a esta profunda interrogante moral y filosófica es la propiedad privada.
En síntesis, la propiedad privada para Hume es el pilar esencial de una civilización ordenada, pacífica y
próspera.
Una vez que la humanidad se encontró por casualidad con la convención de la propiedad para resolver el conflicto, nos logramos dar cuenta que esta además genera externalidades positivas como: i) hace que la gente tenga más incentivos para ser productiva y más preocupada por los recursos escasos, promoviendo un mejor uso sustentable y eficiente de los recursos escasos en el mundo; ii) ayuda a extender la red de colaboración pacífica entre personas que no se conocen evitando descender en las guerras tribales y en el caos y iii) promueve, como una mano invisible, la posibilidad de poder reconciliar nuestro interés personal con el interés de otros que no son parte de nuestras familias sin tener que recurrir a la benevolencia que escasea.
Según Hume (2001, 3.2.02.12 p. 414): “A nadie le puede caber duda de que la convención para distinguir la propiedad y estabilizar la posesión es, en todo respecto, lo más necesario para la constitución de una sociedad humana; después de haber llegado a un acuerdo para fijar y obedecer esta regla, queda poco o nada que hacer para asegurar una perfecta armonía y concordia”.
En síntesis, la propiedad privada para Hume es el pilar esencial de una civilización ordenada, pacífica y próspera; y ahí donde no hay propiedad privada o se han violado los derechos de propiedad, las sociedades descienden en el caos Hobbesiano del Homo homini lupus est (el hombre es un lobo para el hombre). Al igual que las ideas de Locke, las ideas de Hume respecto a la formación de instituciones de forma espontánea para resolver conflictos y poder coordinar las acciones individuales han sido muy influyentes en la economía contemporánea.
Oposición de visiones. Es cierto que las perspectivas de John Locke y David Hume revisadas anteriormente sobre el derecho de propiedad chocan y se contraponen en varios aspectos clave, aquí el análisis se hace más interesante cuando se observa la manera en que ambas visiones se enfrentan sobre un mismo tema. Respecto al origen de la propiedad, Locke sostiene que el derecho de propiedad surge de manera natural del trabajo y la mezcla del trabajo con la naturaleza.