La polinización es fundamental para la proliferación de todos los ecosistemas, y es esencial para la reproducción del 90 por ciento de las plantas con flores, el 75 por ciento de los cultivos alimentarios y el 35 por ciento de las tierras agrícolas en el ámbito mundial, de acuerdo con los datos de las Naciones Unidas, que declaró el 20 de mayo Día Mundial de las Abejas.
La apicultura es una fuente de ingresos clave para mejorar la producción de unos
2 mil millones de pequeños campesinos, que tienen a la abeja melífera occidental como el polinizador gestionado más extendido, que con sus 81 millones de colmenas producen 1.6 millones de toneladas de miel al año, según los datos de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre la Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, en inglés).
A su vez, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en inglés), que tiene como objetivo poner fin al hambre, indica que las abejas contribuyen con un tercio de la produccción mundial de la comida, incidiendo directamente con la seguridad alimentaria de la creciente población en el planeta.
Debido a la importancia de nuestra región para la conservación ambiental global, la Unidad de Investigación para el Conocimiento, Uso y Valoración de la Biodiversidad (Ubio) perteneciente al Centro de Estudios Conservacionistas (Cecon) de la Universidad de San Carlos de Guatemala, maneja el proyecto de recolección y reconocimiento de estos especímenes que son nativos de Guatemala, ya que el país tiene cerca de 400 especies que producen además de miel, cera, polen y propóleo.
Para llevarlo a cabo, el investigador asociado, Quebin Bosbely Casiá Ajché, se especializa en identificar las especies que se subdividen en alredor de 30 mil y que habitan primordialmente en las áreas agrícolas del occidente y la parte lluviosa de Cobán, en donde se ubican cultivos de sandía y cardamomo, con la premisa de promover la concientización en Guatemala sobre su conservación.