Getafe, EFE
La reacción de Antoine Griezmann, intrascendente en los últimos partidos, bastó al Atlético de Madrid para superar al Getafe, que certificó su rumbo hacia la nada con un triplete del atacante francés, más que suficiente para asegurar de forma matemática la presencia de los hombres de Simeone en la próxima edición de la Liga de Campeones
Griezmann necesitaba una buena actuación. Hacía cuatro jornadas que no marcaba. Sus dos tantos al Girona, hace un mes, parecían a una distancia sideral. Y peor aún, su ausencia de protagonismo en otras facetas del juego presagiaban el inicio de unas críticas hacia su figura, ciertamente lógicas. Sin embargo, en apenas 50 minutos, los que tardó en marcar tres goles, silenció las plumas afiladas que ya estaban preparadas a plasmar sobre el papel su pequeño bajón.
El internacional galo aprovechó la desidia de un rival que se ha dejado llevar desde que certificó la permanencia. El Getafe, sin el sufrimiento por evitar el descenso de las tres temporadas anteriores, ha vivido con comodidad el tramo final del curso. Tal vez demasiada. Antes del pitido inicial, las estadísticas desvelaban unos números preocupantes: apenas sumaba dos victorias en sus 11 encuentros pasados.
Estaba claro que el equipo de Bordalás había perdido su pegada y el Atlético no desaprovechó la ocasión para sumar los puntos para asegurar la Champions. Solo tenía que superar un obstáculo, el de Mason Greenwood, empeñado en revalorizarse en cada encuentro y más contra un cuadro al que
volvió loco en la ida.