sábado , 23 noviembre 2024
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Buenas prácticas para mejorar la gestión pública (IV)

Israel Gómez Córdova
Jefe Departamento de Documentación y Divulgación
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El proceso de diseminar el desarrollo de ciertos procesos o aplicaciones que han dado buenos resultados, mostrando su pertinencia en la gestión pública en las instituciones públicas.

No cabe duda de que existe una transformación en la sociedad y las administraciones no siempre lo hacen al mismo ritmo, lo que puede provocar que estas se conviertan en un obstáculo para el desarrollo. Para evitarlo, es necesario cambiar enfoques, estructuras y prácticas propias de otros siglos que impiden responder a los ciudadanos tal y como estos demandan.

No cabe duda de que una línea de mejora implica, al menos, una modificación del sistema organizativo de la Administración Pública.

En este sentido, esa transformación no solo se proyecta en el ámbito del sector público, un cambio en la mentalidad de los funcionarios públicos que busquen la eficacia en la prestación de los servicios para ser competitivas, para ofrecer mayor satisfacción a los ciudadanos.

Es necesario cambiar enfoques, estructuras y prácticas propias de otros siglos.

Las buenas prácticas de la gestión pública pueden definirse como una forma de participación institucional y democrática del entorno de esa administración, consiguiendo una interacción con los administrados y con sus propios empleados, para acercarse a un objetivo de calidad, previamente basados en la experiencia previa de otras administraciones, la modernización viene como paraguas conceptualizador bajo el que se acoge todo este conjunto de fenómenos de adaptación.

Fenómenos que parecen intentar alumbrar un nuevo paradigma de gestión pública, una nueva forma de pensar sobre la acción de gobernar y cómo ha de materializarse.

Las buenas prácticas se presentan como un chequeo interno y externo de la propia actividad de la gestión actuante frente a ciudadanos. En la búsqueda de la calidad que constituya un reflejo de satisfacción del ciudadano frente a la gestión pública con la que interactúa de forma cotidiana. Así, se traslada ese reflejo a un sistema de medidas que permiten modificar y variar cualquier condición de uso que sigue en aras de mejorar la atención y sistemas de gestión de la administración pública.

Por otro lado, las buenas prácticas en la gestión pública deben, en todo caso, responder a las necesidades sociales con celeridad, eficacia y sobre todo garantizando el interés general. Esta pretendida modernización administrativa no debe observarse como un fenómeno políticamente indefinido, sino como un objetivo declarado en las políticas estatales del cualquier Estado.

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