Foto: Guillermo Monsanto
Poeta, ensayista, novelista y gestor cultural, Javier Payeras es sin duda un escritor reconocido entre la generación de posguerra. Entre su producción literaria destacan más de 20 títulos disponibles entre los que se listan Slogan para una bala expansiva, Biografía de la imaginación, la resignación y la asfixia y Vivian Suter: Panajachel, solo para mencionar algunos títulos.
En 1998 forma parte del popular proyecto Casa Bizarra, en el que militaban otros jóvenes emergentes como Francisco Toralla, Itziar Sagone o Giovanni Pinzón. Espacio de libertad que atrajo a diversidad de públicos y artistas. De allí que el producto artístico que se fraguó entre las paredes de aquella casona de la zona 1, fuera de corte urbano y dotado de espontaneidad apolítica.
Es un amigo franco, leal y positivo.
Entre su trayectoria destaca el haber sido co-curador de las actividades del festival Octubre azul. Más adelante sería el director de otro espacio muy interesante y que dio buenos resultados para la crítica artística: Fundación Colloquia. En 2022 obtuvo el Galardón Artes Narrativa en el segundo Festival panhispánico de poesía efectuado en Alcalá de Henares. Un año después, el Festival Ícaro le otorgó el premio al Mejor relato literario para cine por su novela La sirena.
Como gestor cultural destaca su paso por el Departamento de Apoyo a la Creación Artística(2006-2016),que derivó en el Proyecto Crea. Este se transformó en un puente de vinculación, visibilidad y generación de oportunidades para el arte guatemalteco potenciando, desde ese escenario, festivales de poesía, cine y exposiciones como Morfo y Oh
Revolución.
Su hoja curricular es impresionante y desvela a un hombre creativo, polifacético y proactivo. La lectura de sus escritos es fluida, profunda y creativa. Y él, como amigo, franco, leal y positivo. Payeras expone su trabajo pictórico más reciente en la galería Punto Contemporáneo de David Urbina. Cuaderno a la intemperie es el resultado de sus registros, sus diálogos internos, entre 2020 y 2024. Estos constan de dibujos, anotaciones, ideas y grafismos, creados sobre las hojas de un cuaderno de níveas hojas.
La figuración contenida en las páginas luce abstracta, intuitiva y espontánea. Él indica que quizás es un escritor que raya papeles mientras trabaja en su producto literario y que su obra no estaría completa sin estos dibujos garabateados. También agrega que esta es la etapa más fértil en su trabajo ya que desde la meditación, la lectura y la observación ha aceptado felizmente su soledad.
Sus pinturas, entonces, integran tachones, grafismos, figuraciones (las menos de las veces), colores, manchas, pensamientos y una serie de ideas abstractas que complementan su necesidad de expresión. Definitivamente, Payeras también es un artista plástico y sus obras son el resultado paralelo de su escritura traducida a lo visual. Probablemente, me atrevo a sugerir, pintar le ayuda a pensar. Y hay que acordarse de que escribir a mano es, de alguna forma, dibujar letras.