Redacción, Deportes, EFE.
Cuando reapareció el orgullo de un equipo, el Bayern, que como al Real Madrid jamás se le puede dar por muerto, menos aún en el Allianz, después de voltear en cinco minutos el clásico del futbol europeo con goles de Sané y Kane, de penal, un doblete de Vinicius apagó el infierno muniqués dejando abierta la semifinal para el Santiago Bernabéu.
En Múnich mutó el papel del Real Madrid. De víctima a verdugo. En la ciudad maldita durante 38 años de la que ahora sale ileso. Aunque con sufrimiento. Su cuarta visita consecutiva sin caer, con la humildad en la lucha cuando se apartan los egos y se suman esfuerzos. Después del Etihad, los de Ancelotti dejaron una nueva muestra de compromiso con dos grandes referentes: Kroos y Vini.
Tumbado el vigente campeón. Superado el reto de frenar, como fuera, al poderoso Manchester City, la mala temporada de un Bayern que se juega todo a una carta se asociaba a la capacidad de sufrimiento en Múnich. Un Real Madrid resiliente, comprometido en el esfuerzo. Superado en intensidad en un arranque intimidatorio como buen equipo alemán.