Juan Everardo Chuc Xum
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Las Autoridades Municipales de la ciudad de la cultura Quetzaltenango se prestan a celebrar los 500 años de fundación de la metrópoli; este acontecimiento propuesto no deja de ser una apología a la invasión, hay que recordar que Lajujkej (Quetzaltenango) ya estaba habitado primeramente por el pueblo Mam, quienes fueron conquistados por los K’ich’es en el año 1300 según Carmack y Mondloch 2007, Lajujkej de linajes principales, grande y fértil para la agricultura y la medicina, entre otros.
Pero en 1524 con la llegada de los españoles y tlascaltecas al mando de Pedro Alvarado a Siwan Tinamat (Guatemala), primeramente por Xetulul (zapotitlán) costa sur del país con habitantes k’ich’es; lugar donde empezó el despojo a los ancestros, la historia documentada nos relata que fueron tres meses de lucha para someter a los de Xetulul y toda la costa sur, seguidamente los españoles y compañía se condujeron hacia al pueblo Lajujkej conocido también como Xelajuj N’oj para seguir su cometido, y en la segunda batalla entre los guerreros k’iche’s y extranjeros en los llanos del Pinal se da la muerte del gran capitán Tekum.
La historia nos demuestra que Lajujkej/Quetzaltenango ya era una metrópoli en apogeo del reino k’ich’e.
Pedro de Alvarado reconoce la belleza de quetzales y plumas de la vestimenta que portaba
Tekum “y porque aquí sucedió la muerte de este gran capitán…” y por eso dijo el adelantado Alvarado que le quedaba el nombre de Quetzaltenango a este pueblo por la muerte de este emplumado Tekum, parafraseando Crónicas Mesoamericanas II pág. 109.
La historia nos demuestra que Lajujkej/Quetzaltenango ya era una metrópoli en apogeo del reino k’ich’e, pero que Pedro Alvarado la bautiza con dicho nombre como bautizó a los primeros ancestros en esta ciudad. La colonización estableció nuevas estructuras socioeconómicas, políticas y culturales a su conveniencia, excluyendo a los pueblos originarios.
Que los 500 años de “conquista” sirvan para la reflexión y sobre todo para rectificar la historia y la recuperación legítima de los derechos políticos, económicos, culturales y sociales de los pueblos hasta ahora discriminados y excluidos.
Es ahora o nunca una buena conducción política nacional y que los guatemaltecos en general merecen reconciliación con la historia para el bien común de la nación. Je’ k’ut u b’aniq le k’aslemal (así es la vida).