sábado , 23 noviembre 2024
Inicio “La música me ha curado de las heridas históricas provocadas por el racismo”

“La música me ha curado de las heridas históricas provocadas por el racismo”

Fotos: Mariano Macz y Herbert García 

Sara Curruchich alza su voz tanto para expresar sus letras como para llevar el mensaje de sororidad (solidaridad entre mujeres) y derechos de los pueblos originarios. Al subir al escenario la energía fluye desde sus ancestros, que le enseñaron el amor y el respeto hacia sus raíces y la música. 

Estuvo unos días en Guatemala, antes de continuar su gira internacional, conversó con Revista Viernes sobre su trayectoria profesional, experiencia, entre otros temas. 

¿Cómo da ese salto profesional de su natal San Juan Comalapa hasta presentarse en otros continentes? 

Reflexiono sobre mis sueños, que desde niña era hacer música; también, ver el ejemplo de mi profesor que impartía esta materia y lo disfrutaba. Trabajé algunos años en Comalapa como maestra de primaria y al mismo tiempo componía canciones. Así que me aferré a esa ilusión, pues me parece hermoso que prestemos atención a lo que se gesta en los diferentes territorios. Esta experiencia me ha llevado a otros lugares, lo cual agradezco y sé que es una gran responsabilidad que asumo con respeto.

¿Cuál es el recuento de estos años de trayectoria artística?

Grabé mi primer disco, Somos, en 2017-2018; en 2021, el segundo, titulado Mujer indígena. Desafortunadamente, durante el lapso de la pandemia, no hubo presentaciones, sino que es hasta el 2023 y 2024 que estamos en una gira de conciertos, de mi reciente producción  discográfica. Comparto que este proyecto no solo es desde la música, sino también con el enfoque de los derechos humanos. Asimismo, en el recorrido ha habido momentos en los cuales he recibido reconocimientos. Aunque un premio para mí es mantener una conversación como esta, en la cual nos escuchan y a nuestras melodías.

¿Cómo ha logrado sanar o le ha transformado la música? 

Últimamente, he analizado sobre nuestra percepción de la belleza y me di cuenta de que como mujeres, en un contexto como el de Guatemala, hemos vivido situaciones violentas, resultado de un sistema machista que nos cosifica y defiende el tema de los cánones de belleza. Lo relaciono con esta pregunta porque considero que con esta música primero es como un ritual, una ceremonia, en donde quiero cantar como parte del amor propio que deseamos defender y abrazar. Sanar, al compartirles a otras niñas, mujeres indígenas, diversas, que son bellas.  A mí, la música me ha curado de las heridas históricas provocadas por el racismo; así he sanado y reconocido; al reconocernos se defiende lo que somos.

¿Cómo pueden surgir más mujeres cantautoras en las distintas regiones del país y que lo hagan en dos idiomas?

Estoy maravillada con las propuestas de muchas compañeras indígenas que componen, otras que cantan covers, en varios sitios se están gestando. Esto es importante al considerar la historia de nuestro país con tanta negación hacia las voces de las mujeres y mujeres indígenas. Menciono a Aurora Chay, que además de ser compositora, ha investigado acerca de la sororidad y los tejidos. Igualmente, quienes en el pasado alzaron su voz y nos abrieron los caminos. Invito a las personas que escuchen las variadas propuestas musicales. 

¿Qué mensaje de la mujer guatemalteca ha llevado a otras latitudes?

Que tenemos derechos, nuestra voz, memoria, que estamos luchando y que existimos. Uno de los desafíos en el contexto mundial es la invisibilización y no reconocimiento de las poblaciones indígenas, pero aquí estamos. 

¿Cuál es el sentimiento al cantar en kaqchikel y español?

Me acerca a mi niñez, ha habido un cariño desde la oralidad de compartir los conocimientos de los adultos mayores. Interpretar en el idioma maya es una conversación con mi mamá, tía o abuela, es honrar nuestra raíz. Al hacerlo en español, me permite llegar a otras personas que con el kaqchikel es más difícil. Doy las gracias a quienes me escuchan y se interesan, no desde lo superficial, sino de acercarse a conocerlo y todo lo que implica.

¿Qué han representado las colaboraciones con las cantantes Amparo Sánchez, Vivi Quintana, Lila Downs o Carmen María Vega?

Para mí es vincularnos espiritualmente. Las he conocido como artistas extraordinarias, así como su lado humano. Cuando las escucho, cada una tiene historias de vida, siempre hay una plática. Cantar juntas fortalece la articulación como mujeres en la industria de la música, son formas de acercarnos desde la empatía y sororidad.

¿Qué significa portar la vestimenta maya y los accesorios? 

De hecho, es lo que soy, no me veo en este momento de otra forma ni es mi anhelo. Para mí es una representación de mis abuelas, mi familia, mamás y hermanas que están conmigo. Este güipil que visto ahora es de Comalapa, tiene la mano de toda mi familia, lo han bordado mi mamá, mi tía y así poseo muchos. Cuando estoy cantando, sin importar dónde sea, siento que es una forma de bailar con mis abuelas. Me siento honrada de portarlo, es compartir con la gente, de estar cerca de la energía de mis familiares.  

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Estuvo unos días en Guatemala, antes de continuar su gira internacional, conversó con Revista Viernes sobre su trayectoria profesional, experiencia, entre otros temas. 

¿Cómo da ese salto profesional de su natal San Juan Comalapa hasta presentarse en otros continentes? 

Reflexiono sobre mis sueños, que desde niña era hacer música; también, ver el ejemplo de mi profesor que impartía esta materia y lo disfrutaba. Trabajé algunos años en Comalapa como maestra de primaria y al mismo tiempo componía canciones. Así que me aferré a esa ilusión, pues me parece hermoso que prestemos atención a lo que se gesta en los diferentes territorios. Esta experiencia me ha llevado a otros lugares, lo cual agradezco y sé que es una gran responsabilidad que asumo con respeto.

¿Cuál es el recuento de estos años de trayectoria artística?

Grabé mi primer disco, Somos, en 2017-2018; en 2021, el segundo, titulado Mujer indígena. Desafortunadamente, durante el lapso de la pandemia, no hubo presentaciones, sino que es hasta el 2023 y 2024 que estamos en una gira de conciertos, de mi reciente producción  discográfica. Comparto que este proyecto no solo es desde la música, sino también con el enfoque de los derechos humanos. Asimismo, en el recorrido ha habido momentos en los cuales he recibido reconocimientos. Aunque un premio para mí es mantener una conversación como esta, en la cual nos escuchan y a nuestras melodías.

¿Cómo ha logrado sanar o le ha transformado la música? 

Últimamente, he analizado sobre nuestra percepción de la belleza y me di cuenta de que como mujeres, en un contexto como el de Guatemala, hemos vivido situaciones violentas, resultado de un sistema machista que nos cosifica y defiende el tema de los cánones de belleza. Lo relaciono con esta pregunta porque considero que con esta música primero es como un ritual, una ceremonia, en donde quiero cantar como parte del amor propio que deseamos defender y abrazar. Sanar, al compartirles a otras niñas, mujeres indígenas, diversas, que son bellas.  A mí, la música me ha curado de las heridas históricas provocadas por el racismo; así he sanado y reconocido; al reconocernos se defiende lo que somos.

¿Cómo pueden surgir más mujeres cantautoras en las distintas regiones del país y que lo hagan en dos idiomas?

Estoy maravillada con las propuestas de muchas compañeras indígenas que componen, otras que cantan covers, en varios sitios se están gestando. Esto es importante al considerar la historia de nuestro país con tanta negación hacia las voces de las mujeres y mujeres indígenas. Menciono a Aurora Chay, que además de ser compositora, ha investigado acerca de la sororidad y los tejidos. Igualmente, quienes en el pasado alzaron su voz y nos abrieron los caminos. Invito a las personas que escuchen las variadas propuestas musicales. 

¿Qué mensaje de la mujer guatemalteca ha llevado a otras latitudes?

Que tenemos derechos, nuestra voz, memoria, que estamos luchando y que existimos. Uno de los desafíos en el contexto mundial es la invisibilización y no reconocimiento de las poblaciones indígenas, pero aquí estamos. 

¿Cuál es el sentimiento al cantar en kaqchikel y español?

Me acerca a mi niñez, ha habido un cariño desde la oralidad de compartir los conocimientos de los adultos mayores. Interpretar en el idioma maya es una conversación con mi mamá, tía o abuela, es honrar nuestra raíz. Al hacerlo en español, me permite llegar a otras personas que con el kaqchikel es más difícil. Doy las gracias a quienes me escuchan y se interesan, no desde lo superficial, sino de acercarse a conocerlo y todo lo que implica.

¿Qué han representado las colaboraciones con las cantantes Amparo Sánchez, Vivi Quintana, Lila Downs o Carmen María Vega?

Para mí es vincularnos espiritualmente. Las he conocido como artistas extraordinarias, así como su lado humano. Cuando las escucho, cada una tiene historias de vida, siempre hay una plática. Cantar juntas fortalece la articulación como mujeres en la industria de la música, son formas de acercarnos desde la empatía y sororidad.

¿Qué significa portar la vestimenta maya y los accesorios? 

De hecho, es lo que soy, no me veo en este momento de otra forma ni es mi anhelo. Para mí es una representación de mis abuelas, mi familia, mamás y hermanas que están conmigo. Este güipil que visto ahora es de Comalapa, tiene la mano de toda mi familia, lo han bordado mi mamá, mi tía y así poseo muchos. Cuando estoy cantando, sin importar dónde sea, siento que es una forma de bailar con mis abuelas. Me siento honrada de portarlo, es compartir con la gente, de estar cerca de la energía de mis familiares.  

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