Ricardo Fernández Gracia
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Recientemente, en una monografía sobre los dibujos en el proceso creativo de las artes en Navarra, analizamos, en uno de sus capítulos, aquellos dibujos que no tuvieron como fin la realización de obras de arquitectura, pintura, escultura o artes suntuarias, como los títulos notariales, las portadas de libros manuscritos no destinados a la edición, instancias de maestros, cartas de profesión, administración y pleitos, complemento para el discurso del historiador … etc.
En esta colaboración vamos a ocuparnos de otros dibujos que, generalmente, pasan desapercibidos y que, por su finalidad, no se realizaron con fin artístico de ninguna clase, ni tan siquiera de complemento documental, procesal u oficial, puesto que nacieron llanamente, surgidos de la espontaneidad de quien estaba pasando a limpio unas cuentas o se encontraba en un aula o en su pupitre de su estudio, tomando notas o repasando una asignatura.
Por evidentes motivos, no se trata, en ningún caso, de obras cuidadas desde el punto de vista estético, sino más bien de expresiones rápidas de carácter ornamental, no exentas en algunos casos de lo que pasaba por la mente de su ejecutor, en unas ocasiones la diversión y en otras, el recuerdo, la imaginación o la divagación.
El manuscrito se realizó en la segunda década del siglo XVIII.
Veremos sendos ejemplos de otros tantos que se han conservado en distintas colecciones particulares y públicas.
El primero centrado en un manual manuscrito de aprendizaje de gramática y sintaxis y el segundo en un libro de cuentas de una clausura femenina estellesa. En una cartilla de aprendizaje de gramática y sintaxis.
No es usual encontrar este tipo de documentos y agradecemos desde estas líneas a su poseedor el haberlo puesto a nuestra disposición. Por su carácter, se utilizaban muchísimo, incluso pasaban de una a otra generación.
En lo que hoy llamaríamos apuntes, se copian los contenidos de sendos manuales que fueron fundamentales en los estudios de las Escuelas de Gramática del Antiguo Régimen: los libros de Elio Antonio de Nebrija y Bartolomé Bravo.
Respecto al primero, hay que recordar que su contenido, escrito en 1481, se convirtió en obligatorio desde fines del siglo XVI. Era un libro redactado en latín y contenía un gran número de reglas.
Estas dos circunstancias hicieron que el jesuita Juan de la Cerda redujese su contenido y pusiese gran parte del mismo en castellano. El otro texto al que nos hemos referido, el de Bartolomé Bravo, lo era fundamentalmente de sintaxis latina.
Respecto a la cronología, el manuscrito se realizó en la segunda década del siglo XVIII, a juzgar por la grafía y papel, pero, sobre todo, por alguna de sus anotaciones.
Es posible que perteneciese a Juan Miguel de Armendáriz, de difícil identificación, ya que en aquellos momentos y en edad de aprendizaje se documentan en Pamplona distintas personas con ese nombre y apellido. Entre las posibilidades, figuraría un Juan Miguel de Armendáriz, discípulo del destacado maestro arquitecto José Ortega.
Continuará…