María del Rosario López
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El Día Mundial de la Salud es una fecha que nos recuerda la importancia del cuidado del bienestar físico y mental; en un mundo en el cual la juventud enfrenta desafíos y presiones del día a día, la salud se convierte en un activo invaluable que influye de manera significativa en el rol que ejercen las juventudes en la sociedad.
Hablar de salud no necesariamente significa la ausencia de enfermedad, sino que es un estado de completo bienestar físico y mental del cuerpo; es un derecho universal y fundamental para la población, en especial para la juventud, para quienes tener salud se traduce en la capacidad de afrontar los retos diarios con energía y vitalidad, así como el logro máximo de su potencial y la manera en la que se relacionarán en los espacios laborales, académicos, sociales y recreativos.
La salud es esencial para el desarrollo juvenil y les permite participar en actividades tanto físicas como mentales; esto junto a una alimentación balanceada y la práctica regular de ejercicio contribuyen a que alcancen un estado óptimo de bienestar, físico y emocional.
Cada 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud, proclamado en 1946 por 61 miembros de la ONU y diez naciones más.
La salud mental es igual de importante que la física. En un mundo cada vez más estresante y competitivo, los jóvenes se enfrentan desafíos que llegan a afectar su bienestar emocional.
Factores como la presión académica, la búsqueda de empleo, problemas en el hogar, el manejo de relaciones interpersonales, la violencia y el acoso llegan a impactar de una manera negativa en las emociones que diariamente se manejan por la población.
La atención a este tema es fundamental para el Estado, es crucial que la juventud cuente con los recursos necesarios para cuidar su salud física y emocional, destacando la relevancia que posee la atención médica en controles preventivos, para evitar el agravamiento de afecciones que puedan suceder en el cuerpo, cuando estas se atienden en curso.
Es por esta razón que Conjuve prioriza el eje de salud, y reconoce la importancia que tiene el cuidado del bienestar propio; sobre todo, el papel fundamental que juega la institucionalidad, en la promoción, gestión, vinculación y articulación de programas y proyectos que propicien espacios de crecimiento y desarrollo de la juventud.