Madrid, EFE
El brasileño Rodrygo Goes, como muchas otras veces, resurgió para terminar con una larga sequía en LaLiga EA Sports, firmó un doblete y le dio la victoria al Real Madrid sobre el Athletic Club (2-0), lo que permite al líder resistir la presión y mantener su clara ventaja de ocho puntos sobre el Barcelona.
El joven atacante de Osasco, que en el pasado partido España-Brasil disputado también en el Santiago Bernabéu inició la reacción de la canarinha, llevaba siete partidos sin marcar con el conjunto de Carlo Ancelotti en las distintas competiciones. Contra el Athletic ocupó la banda izquierda, por la sanción contra su compatriota Vinicius Junior, y fue el factor determinante para que el líder sacara el juego adelante.
No es que el Real Madrid, ayer vestido de morado, cuajara un gran encuentro frente a un rival como el Athletic, de blanco. A contrahistoria en cuanto a la indumentaria, le bastaron las dos incursiones de Rodrygo para deshacerse de un oponente cuyo objetivo era asegurar su plaza en la zona Champions a la que se había subido sin olvidar la final de la Copa del Rey del próximo sábado contra el Mallorca, pero volvió a salir derrotado.
Llevaba el equipo de Ernesto Valverde cuatro choques sin permitir gol alguno. De hecho, se enfrentaban los dos equipos que menos tantos han sufrido.
Rodrygo fue la luz que acabó con esa racha en una noche de espesura, en la que se dio la reaparición del inglés Jude Bellingham, pero luego de sus dos enfrentamientos de suspensión no encontró el brillo esperado.
El internacional brasileño tardó solo ocho minutos en encontrar el camino con un potente disparo desde fuera del área y sentenció el encuentro a los 73 después de otra internada por la izquierda y un magnífico recorte antes de batir a Julen Agirrezabala, titular en la portería del Athletic, pensando en la final copera de La Cartuja.
El Athletic, que no gana en el Bernabéu desde febrero de 2005, ofreció poco en ataque. Tan solo un remate de Iñaki Williams a la salida de un córner que salvó el ucraniano Andriy Lunin, cuando aún la ventaja madridista era de tan solo un tanto, fue un escaso bagaje como para pensar en terminar con esa serie.