Juan Pablo Sims
Investigador del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales
A la luz de los pocos avances en política doméstica ¿serán las relaciones exteriores la única válvula de escape? Muchos tal vez pensarán que estos cuestionamientos son más bien irrelevantes, que la política internacional no influye en la vida de los ciudadanos, y que, por consiguiente, no importa si esta es capturada por intereses políticos tradicionales.
Sin entrar en demasiados detalles, la evidencia demuestra que la interacción o lineamientos internacionales de un país son vitales para su desarrollo a largo plazo.
La expansión de socios comerciales, establecimiento de reglamentos y estándares regulatorios y técnicos, atracción de inversiones, así como también el desarrollo y avance de soluciones vecinales y regionales ante desafíos tales como el narcotráfico, la migración irregular o la desintegración del Estado
venezolano.
Las relaciones exteriores juegan un rol vital.
En pocas palabras, a pesar de tener una posición de segundo plano en el imaginario colectivo, y de parecer a veces irrelevante, las relaciones exteriores juegan un rol vital, y su mal manejo trae consecuencias reales, que, si bien no son evidenciables inmediatamente, a largo plazo afectarán
directamente al país y a los chilenos.
Por este motivo, resulta imperativo corregir el rumbo, volver a una política internacional institucionalizada, aburrida, y predecible, donde la diplomacia quede en manos de profesionales, y que los intereses del gobierno de turno sean adaptables al lenguaje y códigos propios de la disciplina.
En ese sentido, es de vital importancia que quien quiera que sea electo presidente en 2026, pueda encarrilar nuestra política exterior y sobreponerse a la tentación de usar un área tan vital para nuestro desarrollo como una simple válvula de escape ante las frustraciones de un sistema político
disfuncional.