El presidente Bernardo Arévalo habló fuerte y claro. Y lo hizo en el foro propicio: ante la Organización de Estados Americanos (OEA). La franqueza con que abordó la situación del país le permitirá ganar apoyos en la búsqueda de solucionar a la infame herencia de los desgobiernos que llegaron a los organismos del Estado.
Sus palabras aún deben resonar en los oídos de aquellos que, sin ser aludidos, deben sentirse señalados. “Los retos no cesan y continuamos enfrentando a un pequeño grupo que intenta recuperar una posición dominante en la sociedad, un pacto que utiliza su control sobre pocos, pero poderosos operadores de justicia, para mantener un régimen de corrupción y persecución”, manifestó.
El mandatario no escondió nada y tampoco calló lo que consideró pertinente denunciar. “Los golpistas no cesan en su ataque a la institucionalidad democrática, a través de maniobras legales contra los resultados electorales”, resaltó.
En los momentos más álgidos del discurso, el gobernante señaló directamente al Ministerio Público (MP), institución que se rehúsa a cumplir sus funciones constitucionales, pero gestiona el respaldo de parlamentarios para “continuar minando el orden legal del país”.
Como parte de la trama mafiosa que impulsan los sublevados, Arévalo recordó la supuesta defensa de la soberanía de Guatemala. Sin embargo, advirtió que se trata de una independencia que procura impunidad en el asalto al erario.
De esa cuenta, el dignatario pidió a la comunidad internacional que acompañe el ejercicio de designación de magistrados y jueces de apelaciones en el Organismo Judicial (OJ), proceso que calificó determinante para el fortalecimiento del Estado de derecho y la erradicación de los malhechores de cuello blanco y conciencia negra.
En fin, luego de agradecer el respaldo de la comunidad internacional durante el período de transición de mando, Arévalo reconoció que lo que Guatemala vive hoy es una victoria ganada por los ciudadanos, lo que debe catapultarse hacia el pueblo y por el pueblo.