Dr. Jorge Antonio Ortega G.
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Ucrania y Rusia se enfrentan a una nueva dinámica en el teatro de la guerra. El dispositivo, composición y fuerza están en constante transformación en la última semana debido a la adición de Suecia a la Organización del Tratado Norte OTAN, el rearmamento de la Unión Europea UE, la posibilidad de envío de tropas europeas al territorio ucraniano y la amenaza rusa del uso de armas nucleares para resolver de una vez por todas la confrontación militar.
Moscú y Occidente se encuentran moviendo sus piezas en el tablero bélico global en el espacio aéreo, naval y terrestre. Estamos frente a un nuevo escenario de una guerra fría entre los dos continentes. No se excluye un choque de fuerzas en el territorio de Ucrania.
La OTAN cuenta con dos nuevos miembros, Finlandia y Suecia; esto aumenta en todos los sentidos la defensa europea, que está resuelta al aumento armamentista como una medida de pervivencia ante la amenaza tangible de una Rusia agresiva.
Las importaciones de armas en Europa se han incrementado en un 94 por ciento como consecuencia de la guerra en Ucrania.
Francia ha escalado el segundo puesto entre los países exportadores de armas superando a Rusia, ahora relegada al tercer escalón, las ventas de Francia aumentaron en un 47 por ciento mientras las rusas han caído un 53 por ciento. Estados Unidos mantiene la supremacía de la exportación de armas con un 42 por ciento a nivel mundial.
La concepción militar se transformó en el núcleo generador de la cohesión de los 27 Estados que conforman la UE.
Hay una nueva realidad militarista en Europa, a pesar de los intentos de contener la escalada del conflicto; un sinfín de intentos, como los de Turquía de abrir un espacio en su territorio neutral para una mesa de negociaciones y evitar la expansión de la guerra a otras latitudes.
La Unión Europea, hasta hace dos años, llevaba un proceso lento de integración, de hecho, exitoso, pero en lo concerniente al ámbito militar existían algunas complejidades. La guerra de Ucrania permitió disolverlas. Hoy la defensa, integridad territorial y la soberanía desde su concepción militar, se transformó en el núcleo generador de la cohesión de los 27 Estados que la conforman.
La percepción tangible de lo anterior es excusa de la invasión rusa a Ucrania. Luego el apoyo decidido de Occidente de apoyar a los ucranianos, con dinero, armas y la advertencia de Francia ante la posibilidad de enviar tropas de la UE al teatro de guerra.
La transición de una Europa de misiles y a fortalecer como prioridad hacia una economía de guerra; lo anterior se ve reflejado en la semana pasada donde la presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, propuso destinar 1 mil 500 millones de euros del presupuesto de la UE durante el período 2025-2027 para transformar la industria militar en el motor de la nueva Europa, frente a la incertidumbre de los rumores de guerra hacia su territorio.
Lo anterior cuenta con el apoyo de la mayoría de los integrantes de la Unión Europea. La visión es que en el 2030 la industria de Europa de defensa pueda alcanzar a la Norteamérica. El plan estratégico adhiere la necesidad de utilizar la disuasión y la defensa como prioridad, hasta donde sea posible, ante una Rusia
impredecible.
El 14 de marzo se finalizó una maniobra de entrenamiento de la OTAN en la península escandinava, con una fuerza de 20 mil soldados de 13 países que participan en los ejercicios en Noruega, Finlandia y Suecia como una demostración de fuerza y advertencia a Moscú; las autoridades rusas ven este entrenamiento como un ensayo para un enfrentamiento armado con Rusia.
La construcción de escenarios probables y no deseables a través de la prospectiva permite visualizar que todo puede cambiar en segundos, que el escenario es frágil, que el alto al fuego no tiene anclajes solidos para diseñar la ruta segura hacia la paz.