Gonzalo Andrés Serrano
Facultad de Artes Liberales
Luis Slimming, a mi juicio el mejor de los humoristas de esta edición, tuvo una señal de alerta días antes cuando quiso hacerse el chistoso en el funeral del expresidente Sebastián Piñera, y, sin saber que ellos habían asistido, preguntó en su cuenta de Twitter si los mineros habían ido al velorio.
Las reacciones no se hicieron esperar y Don Comedia terminó cerrando su cuenta frente a una horda rabiosa.
Después de esa experiencia, los humoristas sabían que hacer chistes políticos era jugar con fuego. Sergio Freire intentó probar al público hablando del presidente Gabriel Boric, pero no quiso ir más allá, al igual que el resto de sus compañeros. Sin hacer un juicio político, salvo Checho Irane, cuya condición de humorista puede ser cuestionada por algunos, lo cierto es que pareciera no existir humoristas identificados con la derecha en Chile.
Los temas que hoy preocupan a la gente son múltiples y graves.
En esta línea, su discurso contra la élite económica y la clase política resultó un éxito asegurado durante los últimos años. Sin embargo, después del revés de la Nueva Constitución y la mirada crítica que surge hoy sobre el 18 de octubre y sus derivados parecieran haber forzado a los humoristas a buscar nuevas fuentes para hacer reír.
Los temas que hoy preocupan a la gente son múltiples y graves: la expansión de la delincuencia, el crimen organizado, secuestros, la inflación, falta de vivienda, bajos sueldos, desempleos, etc. Si durante los últimos años el humor fue una forma de enfrentar al poder, lo que vimos en la Quinta fue más bien de evasión.
Una señal de alerta. Los problemas del Chile del 2024 parecieran ser demasiado graves como para festinar con ellos.