Adías de que se cumplan diez años de la muerte de Gabriel García Márquez (México, 17 de abril de 2014), y en contra de sus últimos deseos, llega En Agosto nos vemos, la historia de Ana Magdalena Bach, quien cada año, en ese mes, viaja a una isla del Caribe para visitar la tumba de su madre, y en cuyo recorrido vive una aventura amorosa prohibida.
Aun cuando su memoria estaba en pedazos, García Márquez efectuó el borrador de la novela que habla sobre la vida sexual secreta de una mujer casada de mediana edad.
Sin embargo, la demencia que padeció junto a otras enfermedades que le achacaron, obligaron al autor a escribir cinco versiones diferentes, que durante años retocó al agregarles y quitarles frases, y en donde con garabatos alrededor de los márgenes indica lo mal que se sentía, lo que lo llevó a rendirse y emitir un final devastador para este libro.
La primera vez que el literato mostró en público este cuento fue en 1999, en una reunión del Foro de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), en la que aludió un fragmento de una historia corta que se llamaba En agosto nos vemos. “Cuando salga este libro, tendremos toda la obra de Gabo publicada”, dijo Gonzalo García Barcha, quien agregó que “no hay nada más en el cajón”.
Diferentes notas y partes de capítulos de la obra inédita esparcidos en 769 páginas se almacenaron en sus archivos del Harry Ransom Center, de la Universidad de Texas. Los descendientes del escritor colombiano decidieron desafiar los deseos de su padre. “Me dijo, directamente, que la novela tenía que ser destruida”, comentó García Barcha, el hijo menor del autor.
El escrito fue lanzado oficialmente el 6 de marzo en toda Hispanoamérica. En Guatemala está a la venta en diferentes tiendas de libros, con un precio que oscila entre los 200 a 250 quetzales en formato físico. También, se puede comprar en digital, en Amazon, y en audiolibro.
Publicaciones póstumas
Así como lo anterior, la historia de la literatura se encuentra llena de ejemplos de obras famosas que no hubieran sido publicadas si los albaceas y herederos hubiesen seguido los deseos de los creadores.
Ejemplo de ello es La Eneida, del poeta Virgilio, quien en su lecho de muerte solicitó que destruyeran su manuscrito. Similar fue el caso de Franz Kafka, cuando estaba gravemente enfermo de tuberculosis, dio instrucciones a su amigo Max Brod para que quemara toda su obra.
Brod lo traicionó, y entregó al mundo trabajos surrealistas como El proceso, El castillo y El desaparecido.