Ana Balda Arana
Profesora asociada de la Facultad Comunicación
En realidad, más que una entrevista fueron unas breves declaraciones, aunque plantearlo como un diálogo en la casa donostiarra de Balenciaga es un inteligente recurso de guion. Como es lógico, el apartado de vestuario, uno de los retos más complicados, ha sido muy cuidado.
La dirección de arte también es destacable. Las escenas de los desfiles han sido rodadas en la sede de la actual Balenciaga, que remodeló sus salones en 2021, con ocasión del lanzamiento de la primera colección de alta costura desde la retirada de Cristóbal, siguiendo fielmente la decoración del espacio original de 1937.
El guion no alude a los inicios, desarrollo y consolidación de Balenciaga, en el San Sebastián de los años veinte y treinta del siglo pasado. Ahí ya había alcanzado el liderazgo en la moda española y era conocido en los círculos parisinos de la alta costura. Por eso, choca el personaje inseguro e incómodo que se presenta en el primer capítulo.
Quien acuda a la serie para conocer al fundador de Balenciaga se va a quedar con una imagen parcial de quién fue en realidad el rey de la moda del siglo XX. Tampoco conocerá la importancia de San Sebastián en el contexto de la internacionalización de la alta costura francesa.
Quien acuda a la serie para conocer al fundador de Balenciaga se va a quedar con una imagen parcial de quién fue en realidad el rey de la moda del siglo XX
Porque, de hecho, Balenciaga cuenta en esa famosa entrevista a Glynn que conoció a Coco Chanel en un casino de la ciudad, cuando él era un jovencito que empezaba. Chanel solía ir a San Sebastián a disfrutar de la ciudad, pero también a vender, como hacían muchos creadores franceses.
En definitiva, un biopic es una ficción, no un documental. Si alguien está interesado en tener una visión global y resumida del personaje y de su trabajo, mi recomendación es que lea Balenciaga.
Shaping fashion, de Lesley Miller. Entenderá mejor que para Balenciaga la moda, más allá del puro perfeccionismo, debía significar excelencia. Además de su prolífica producción, que en parte puede visitarse en su Getaria natal, su no a la mediocridad es, probablemente, el auténtico legado de Balenciaga.