La visita realizada ayer por la presidenta en funciones, Karin Herrera, al lago de Atitlán evidencia el interés del Gobierno de solucionar, de una buena vez, un problema que data del siglo pasado. Las primeras conversaciones entre funcionarios y expertos permiten abrigar esperanzas en cuanto al impulso de acciones que se sustenten en aspectos científicos y no en fórmulas mágicas que solo sirvieron para la desaparición de fondos públicos destinados, presuntamente, para salvar el lago de Amatitlán, otro recurso natural que ya casi perdimos por indolencia.
Lo cierto es que los acercamientos liderados por la mandataria dejan buenas sensaciones y se tornan creíbles y serios, no como las ocurrencias expuestas por su anterior colega en el cargo. Conviene consignar que las personas involucradas en esta misión concluyeron en lo siguiente: unir esfuerzos para resguardar el entorno e iniciar campañas de sensibilización que adviertan sobre las consecuencias sociales y económicas que implican continuar descuidando este manto acuífero.
Los riesgos de mantenerse de brazos cruzados o de seguir impulsando paliativos para un problema que requiere intervenciones quirúrgicas son altos, sobre todo porque desde el siglo XX se lanzaron las alarmas en torno a descargas residuales, polución de fósforo y un creciente volumen de desechos sólidos, lo que ha enrarecido y enturbiado las claras y limpias aguas de antaño.
En su recorrido a Santa Catarina Palopó, Sololá, Herrera contó con el apoyo de los líderes de la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Atitlán y su Entorno (Amsclae), con quienes se reiteró la conveniencia de crear o impulsar planes de reforestación de la cuenca y promover el desarrollo sostenible del área, mediante la facilitación de proyectos de ecoturismo, turismo sostenible, energías renovables, sistemas agroforestales, renovación de áreas cafetaleras, políticas de educación ambiental y la construcción de plantas de tratamiento.
En fin, el Gobierno se ha propuesto escribir una historia responsable y acertada, alejada de pócimas que solo procuraban el engaño y el robo millonario.