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A punto de adentrarse en el tercer año de guerra, el ejército ucraniano, exhausto tras su contraofensiva fallida en 2023, se coloca de nuevo a la defensiva ante un frente estancado y los asaltos de las tropas rusas, más numerosas y mejores armadas.
Dentro de dos semanas, el 24 de febrero, se cumple el segundo aniversario del inicio de la invasión rusa, y el cerco contra Ucrania se estrecha cada vez más. El alcalde de la ciudad obrera Bajmut, Vitali Barabash, habló recientemente sobre una situación “crítica” en algunos barrios y admitió que los combates habían llegado a sus calles.
En tanto, el presidente Volodimir Zelenski, reemplazó al comandante en jefe de sus Fuerzas Armadas, Valeri Zaluzhni, por el general Oleksander Sirski, consciente de que la situación puede llegar a ser crítica.
900 civiles quedan en una ciudad que contaba con 30 mil habitantes.
“El tiempo de la renovación es ahora”, dijo Zelenski, quien pidió a su nuevo comandante en jefe “un plan de acción realista y detallado” para 2024 con la ambición de recuperar el 20 por ciento del territorio ucraniano ocupado.
Y, en el frente, la lluvia y la nieve del invierno desgastan el físico y la moral de las tropas. “Los chicos están muy cansados. Moralmente, básicamente, no pueden más. Porque después de dos años, no hemos visto el final del túnel”, expresó un soldado cerca de Kupiansk, una de las zonas asaltadas sin descanso por los rusos desde hace meses.
Bajmut se ha convertido en un nuevo símbolo de la resistencia, la cual es atacada en forma masiva desde octubre pasado, y en medio de una destrucción extendida, viven todavía unos 900 civiles de los 30 mil que la habitaban antes.