DR. JORGE ANTONIO ORTEGA GAYTÁN
Ortegagaytan59 @gmail.com
Nuestra pervivencia física y mental depende al cien por ciento de nuestra habilidad de percepción. En la posmodernidad el reto se incrementa, porque requerimos de mayor capacidad para separar lo real de lo virtual.
Hoy miramos con ¡asombro!; observamos con mayor profundidad nuestro entorno gracias a la tecnología, pero el escenario está incompleto debido a la falta de contacto con la cultura que nos permite sumergirnos en las profundidades de las experiencias humanas actuales y de otros tiempos.
La lectura, la contemplación del arte gráfico y escénico, así como disfrutar de la música ¿hacen posible que nos convirtamos en seres humanos plenos? ¿Nos transformamos luego de experimentar el contacto con alguna expresión artística?
Los indicadores muestran que la cultura en el amplio sentido de la palabra agudiza los sentidos, por lo tanto, la percepción adquiere un horizonte amplio, claro y profundo del entorno, una visión enriquecedora de las propias experiencias y permite observar al detalle el alma de nuestros congéneres. ¿Cómo podemos ampliar nuestra sensibilidad?
Una visión enriquecedora de las propias experiencias que permite observar el alma de nuestros congéneres.
No hay dudas, la respuesta es simple, disfrutar de las expresiones artísticas a través de la observación, que no es más que excluir todo aquello que nos estorbe para apreciar el arte en todas sus manifestaciones, y así ampliar nuestra forma de mirar el mundo y darle vida a la conciencia real de ser humano; dicha apreciación nos permite tener visiones de excelencia de lo rutinario y magnífico de la naturaleza como de nuestra existencia en este y en los otros mundos a los que nos trasportan los artistas de ayer y del presente, quienes tienen visiones de mayor alcance y lo dicen todo en pocas palabras como los poetas.
El reto es mejorar nuestra vida y lo podemos lograr por medio de las experiencias del escritor, por ejemplo, entender cómo solventó la problemática de su época, cómo resistió a las intrigas, al desamor, a las traiciones, penas y alegrías, sueños y pesadillas; conocer cómo convivió con sus demonios y fantasmas debajo de la cama.
Descifrar la manera como alcanzó la felicidad, cómo enfrentó la muerte del amor de su vida o convivió con la promiscuidad de sus pecados. En fin, son ejemplos desde la profundidad del alma. La percepción es un acto creativo, es reunir las experiencias vividas, modelos o códigos mentales que permiten la observación, aun de lo ambiguo que se pueda percibir con los sentidos; esta situación mental abre el camino hacia la comprensión de lo que podría ser la materialización de lo real, de lo verdadero, negando espacio a la duda, que en muchas ocasiones influye notablemente en nuestras malas decisiones.
Al usar nuestra creatividad inducida por la imaginación, logramos construir colores, sonidos y sensaciones que nos permiten viajar a mundos inexistentes creados por nuestra mente, y al aproximarnos a la realidad, logramos expresar mejor lo que sentimos y miramos.
La sutileza de la observación plena permite experimentar emociones, aunque no nos hayan sucedido. La forma de percibir es medular para entender nuestra estancia terrenal. Es mirar con ojos ajenos, es conversar con los mejores hombres y mujeres que nos dejaron su experiencia plasmada en arte.
La sutileza de la danza con un lenguaje corporal, que hoy llamamos lenguaje no verbal, la música que nos traslada a otros estadios y tiempos, y puede imitar el canto de aves, insectos, detonaciones de cañones y tantas cosas más, inclusive es utilizada para hipnotizar serpientes, adormecer corazones, impulsar a combatir, y rendir honores en presencia de la muerte.
La literatura nos sumerge en otras vidas con sus sufrimientos y alegrías, nos transporta por la ironía de la vida, nos conduce por los vericuetos del corazón enamorado o malvado. Todo lo anterior logra darnos esa percepción integral de nuestro existir y nos hacer ser mejores personas