Territorio vedado hasta hace poco por las ligas estadounidenses, Las Vegas (Nevada) reluce esta semana como nunca para recibir el Super Bowl LVIII de la Liga de Futbol Americano (NFL), punto álgido de su evolución de meca de las apuestas a gran escenario deportivo.
Durante años, la NFL y otras grandes disciplinas profesionales, con la notable excepción del boxeo, mantuvieron distancia con esta localidad, recelosos de que se les asociara con el juego y la imagen desenfrenada de la llamada Ciudad del Pecado.
En 2002, cuando la Autoridad de Convenciones y Visitantes de ese ayuntamiento quiso destinar 2 millones de dólares a un anuncio en el Super Bowl, que promocionaba la ciudad con el lema Lo que pasa en las Vegas, se queda en las Vegas, la NFL se negó a emitirlo.
Los responsables de la liga más poderosa de Estados Unidos adujeron normas que prohibían anuncios relacionados con el juego, aunque el comercial en cuestión nunca mencionaba las apuestas. Pasado el tiempo, el panorama dio un vuelo y, una tras otra, la mayoría de competiciones comenzó a aterrizar en ese lugar.
La NHL (jóquey sobre hielo) fue la primera de las grandes ligas norteamericanas en establecer una franquicia en el desierto de Nevada, con el debut de los Vegas Golden Knights a finales de 2017.