Alejandro Alonzo
https://linktr.ee/elcomicbuquero
Foto: Cortesía DC Comics
En los cómics, cada historia escrita sobre un determinado personaje debe ser tomada en cuenta al escribir la siguiente historia, para así mantener una continuidad narrativa. Con los nuevos títulos esto no es problema, pero sí lo es cuando hablamos de series con décadas de trayectoria.
En las editoriales grandes como Marvel y DC, el asunto es todavía más delicado, pues cada empresa tiene una cartera enorme de personajes que periódicamente colaboran o colisionan entre sí, lo cual repercute en sus historias individuales.
Con docenas de títulos producidos cada mes, el trabajo es repartido entre un ejército de escritores que son coordinados por varios editores que a su vez responden al editor en jefe. Esta complicada logística obliga a que los grandes arcos narrativos sean planeados con meses y hasta años de antelación.
Por supuesto, entre más partes tenga una maquinaria, habrá más cosas que arreglar. Afortunadamente, los editores tienen una herramienta a su disposición: la continuidad retroactiva (retroactive continuity), también llamada retcon. Es un recurso literario por medio del cual hechos establecidos en un trabajo de ficción son ajustados, ignorados o contradichos por trabajos posteriores que rompen poco o mucho con la continuidad establecida.
Cuando la trama de un cómic se complica demasiado, a veces toca componerla o empezarla de nuevo.
Los retcons son utilizados para arreglar historias sobre la marcha, corrigiendo y superando errores o problemas descubiertos una vez que el cómic ya ha sido publicado. También, se usan para cambiar la forma en la que una obra debe ser interpretada y para acomodarla a la realidad cuando predicciones o suposiciones hechas anteriormente resultaron ser erróneas.
Pero no todo puede componerse con un retcon, porque esencialmente esta medida no es más que un parche. Y al igual que con las llantas, llega un momento en el cual ya no puede seguirse remendando y es mejor reemplazar la pieza completa. En los cómics, a este cambio total se le llama relanzamiento o reboot.
El término proviene del mundo de la informática y consiste en reiniciar una computadora para obligarla a recargar todos los archivos, algo muy efectivo para arreglar una máquina que se ha puesto muy lenta, o bien que se ha “congelado”. En la ficción, el reboot es la solución atómica: se borra toda la trayectoria narrativa de ese título y permite a los escritores redefinir personajes y abrir nuevas oportunidades narrativas que antes no eran posibles.
Si bien los reboots le dan un punto de entrada a los nuevos lectores y le simplifican el trabajo a los escritores, generan gran controversia entre los lectores fieles del título, pues todas las aventuras que siguieron con devoción, mes a mes, por años y años, ahora nunca sucedieron.
