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La industria cafetera de América Latina, la más grande del mundo dado que representa el 61 por ciento de la producción, se esfuerza en abrir mercado a los cafés especiales, un as bajo la manga para hacer frente a los estragos que causan la crisis climática derivada del calentamiento global, la migración y los cambiantes precios internacionales.
Al hablar de café especial, los expertos se refieren al que se califica con más de 80 puntos en una escala de 100 con la que los expertos evalúan el sabor, el tamaño, el aroma y el origen, y de ese tipo de café, se espera que Brasil, el mayor productor y exportador mundial, en 2024 obtenga una cosecha que ronde los 8 millones de sacos.
Por sus cualidades, el valor de un saco del grano especial alcanza los US $231, lo que supera el precio del café tradicional, indican los especialistas.
Tras la pandemia del coronavirus, empezó una “búsqueda por aquello que hace diferente a un café”, lo que “creó oportunidades para los pequeños negocios” que venden sabores “fermentados, licorosos o ácidos”, aseguró el director ejecutivo de la Asociación de Cafés de Especialidad de Brasil, Vinícius Estrela.
En Colombia, por ejemplo, la industrialización y producción del aromático especializado tiene gran incidencia en la identidad, el paisaje y hasta en la arquitectura de las zonas que lo cultivan, ya que es el tercer mayor productor mundial, luego de Brasil y Vietnam.